Muchas son las personas que sienten el deseo y compromiso de colaborar con el medioambiente de una manera u otra.
Y es que los beneficios de utilizar productos que no sean tan agresivos para la Tierra se traducen en una mejor calidad de vida para los humanos, animales y plantas.
Sin embargo, ser un abanderado del cuidado del planeta mediante la utilización de productos con menos cantidad de sustancias químicas nocivas no es barato.
Paradójicamente, los productos que protegen el planeta son más costosos que los convencionales.
La matemática es sencilla: un cepillo dental de plástico es tres veces más barato que uno de madera, el cual es una alternativa biodegradable para los primeros.
Otro ejemplo palpable es que los recipientes de cristal superan varias veces el precio de los plásticos, o las fundas reutilizables comercializadas en los supermercados rondan los 90 y 150 pesos, mientras que las plásticas son gratuitas. Pero recuerde, el cristal y las fundas reutilizables son una mejor inversión… duradera y segura.
En cuanto a alimentos orgánicos, la historia es similar, por ejemplo, una libra de habichuelas orgánica cuesta entre 100 y 145 pesos.
En cuanto a las frutas y vegetales, la historia no parece ser más alentadora: una libra y media de papa orgánica importada puede costar 295 pesos, mientras que la producida de manera habitual ronda los 35 pesos.
Un dependiente de la tienda Orgánica, especialista en la venta de productos “eco-friendly” atribuye la diferencia de precios entre uno y otro a la calidad de los productos eco-amigables. “Los productos de cuidado personal, cosméticos y limpieza son elaborados sin metales pesados como plomo, aluminio y son libres de petróleo”, comenta.
Luis Carvajal, ambientalista, atribuye esta diferencia en los precios a la falta de políticas de estímulo al consumo de “productos amigables” o que reduzcan la demanda de recursos naturales.
Considera también que el costo de producción incide en el precio del producto final.
Dijo que para abaratar algo se necesitan políticas públicas en esa dirección, cosa que actualmente no está pasando con los productos ecológicos.
Por ejemplo, sugiere una mayor eficacia en los mecanismos de supervisión de la producción orgánica para lograr que el control de calidad del mercado garantice una disminución de exposición a productos tóxicos y contaminantes.
“Una parte importante del mercado alternativo de productos amigables con el medioambiente está falseado. Muchas personas venden a altos precios productos tratando de hacer creer que son orgánicos, cuando en realidad son producidos de manera convencional” lamentó.