¿Produt a vent ici? ¡Kapput dominicaine!

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FEDERICO JOVINE BERMÚDEZ
Cuando era niño -me contaba mi padre- que el rumor de las actividades del marsé de Las Matas de Farfán, podía escucharse a la distancia, como el fragor de una contienda bélica.

Eso lo decía, para darnos sentido de la importancia adquirida por el mercado habilitado entre ambas naciones. Pero también relataba lo difícil que había sido mantenerlo, por encima de mandones trágicos; hombres fuertes al por mayor; caciques regionales silvestres; ávidos militares; aduaneros corruptos, o simples varones de relativo pelo en pecho, que vivían exigiendo lo suyo, su parte, la porción que les correspondía de aquél dinero, que iniciaba su carrera de mano en mano, hacia los bolsillos de quienes arriesgaban a veces hasta la vida, para poder engrosar sus arcas caudales, de la manera que fuere.

Pero mi padre desconocía, como todos los hombres de su época, que aquel problema carecía de soluciones, por cuanto aún no habían sido instituidas las categorías de: padre de familia, de guardia viejo, y de compañero que se la busca, las cuales lo degradarían aún más, al hacer que años después dicha causalidad se manifestara como responsable de la reducción de la calidad de los mercados, en la frontera domínico haitiana. Lo que no pudieron decirnos los «consagrados» analistas económicos post Trujillo es que ese mundo se vería amenazado si su control llegara a materializarse a favor de instituciones comprometidas con la globalización, que terminarán convirtiéndolo en un activo mercado privado, enclavado en una franja existente, como tierra de nadie, entre ambos territorios.

Que pasaría a ofertar su servicio en «beneficio» de los millares de dominicanos y de haitianos empobrecidos por el capitalismo, en una frontera que no habría de ser cruzada o violentada por los adquirientes de mercancías, que serían ofertadas por firmas radicadas en E. U. A., Qatar, Beijing, Francia, Hong Kong, Brasil, y en otras benéficas naciones, bajo la sombrilla protectora de las FF. AA. dominicanas, incentivadas por nuestros hispanistas para golpear y perseguir a los haitianos, por pobres y por negros, hasta que la frontera pase a ser custodiada por tropas de las O. N. U. que servirían de garantes en caso de que se produjesen choques, de acuerdo con el patrón de los norteamericanos, que han desnaturalizado a nuestro ejército, creando una Fuerza Especial de Tarea, para que mantenga el clima de desconfianza y enfrentamiento entre República Dominicana y Haití, como lo han venido haciendo en otras convulsionadas regiones del planeta, de acuerdo con el viejo axioma de «Divide y vencerás».

Desprovistos de ese odioso lastre económico, podremos seguir peleándonos, por la tonalidad del color de la piel; por una falda de mujer; o por una Malta Morena con dos panes; amén de que ocurriendo las cosas de tal modo, sería mucho más fácil regirnos, puesto que nuestro gobierno solo tendría que ver, con el transporte y tráfico terrestre; el manejo de las aduanas; el pago de las aguas y todo lo relacionado con la basura. Porque para el control y pago de la factura eléctrica, y para el manejo de la borona que hay que entregarle a las ONG pertenecientes a: Honorables miembros del Congreso, caballeros generales, conspicuos sacerdotes y a una variopinta muestra de periodistas, analistas y poetas,  buscaremos unos contables suizos, que son muy buenos y eficientes haciendo desparecer las evidencias.

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