El martes 28 de julio me enteré por este prestigioso diario sobre el fallecimiento de una queridísima profesora quien fue para mí una especie de segunda madre: Doña Flor Creus viuda Valentín.

Cursábamos el quinto curso en la Escuela Primaria Anexa de Santiago dirigida por la Srta. Mélida Giralt en el año escolar 1946-1947. Fue entonces, siendo un niño de solo nueve años que le tomé gran cariño a mi muy dulce y preparada profesora.  Algunos de los compañeritos eran Ana Cecilia Bisonó, Emmanuel Jorge, Carlos Jaime Borbón, Eduardo Fernández, Jaime Paxtot, Ramón Franco, etc. Unos tres meses antes de finalizar el año escolar mencionado solicité a mi padre contactar a Doña Flor para que me brindara un repaso general de todas las materias. Visité su hogar lunes, miércoles y viernes de 7 a 8 de la noche por unos tres meses. Fue entonces que hice mayor amistad con toda la familia: su esposo Don Alberto Valentín y su pequeño hijo César, a quien no recuerdo muy bien. Su modesto hogar estaba situado en la calle Eladio Victoria # 32.

Con el correr de los años, vino la Escuela Normal, los estudios universitarios y luego la especialidad en Estados Unidos por lo que me desligué involuntariamente de mi profesora. Años después visité lo que fue su residencia: se había mudado de lugar y nadie pudo decirme de su paradero. A finales de la década de los 90 alguien me dio su dirección: avenida Francia. Le visité con el mismo cariño que un hijo a su madre. Estaba en sillas de ruedas junto a otra ancianita: Doña Cheíta Paxtot. ¡Las leyes inexorables del tiempo!

Doña Flor estaba totalmente lúcida, sus negros ojos reflejando la misma inteligencia de otros tiempos. Posteriormente volví a visitarla: el apartamento estaba cerrado. Pensé que se había trasladado a la capital donde su sobrino Erwin a quien conocí fugazmente en 1954, entonces estudiante de ingeniería ¡Hoy está junto a Dios!  Como profesora meritísima que fue, creo debería designarse en Santiago a su memoria alguna escuela, algún centro de estudios.