Profesores buenos y profesores malos

Profesores buenos y profesores malos

Cada vez que escucho a alguien decir que un profesor es bueno o malo, me preocupa. Considero que en muchas ocasiones los usos de esos calificativos son inadecuados.

Decir que algo es bueno o malo implica referirse a muchas cosas que gustan o disgustan. En este caso me refiero a los profesores, a quienes se les tilda con uno de los dos epítetos. ¿A qué se debe?

He observado a los estudiantes preguntar por profesores “buenos o malos”. La intención de esa pregunta es para saber si publica bien, si no molestan mucho asignando tareas, si hace las cosas más o menos bien, aunque no sea puntual o no enseñe mucho.

Para darle el calificativo a cualquier persona, se deben tomar en cuenta varios aspectos y no ser tan absolutos a la hora de hacerlo. Resulta que a los profesores se les califica de buenos cuando son muy permisibles y flexibles.

Mientras, los malos son quienes dan muchas clases, saturan a los estudiantes, aunque enseñen, se les apoda de “jodones”, si exige puntualidad o si estudiante llega más tarde de lo acordado y no lo dejan entrar al aula.

Parte del problema radica en que no siempre el alumno quiere cumplir las reglas o el profesor no las pone claras desde el inicio. Por lo regular, el primer día de clases se utiliza para eso o debería.

Si vas a estudiar a la escuela o la universidad, se supone que debes cumplir con lo asignado, ser puntual, preguntar cuando tengas dudas, siempre debe existir una comunicación entre el estudiante y el profesor.

Un buen profesor es aquel que cumple con su horario de clases, es puntual, enseña, no falta, al menos que sea una emergencia, intercambia ideas, permite la discusión de problemas en clases, acepta opiniones distintas a la suya, domina los temas que trabaja, está bien preparado académicamente…

El profesor malo falta mucho a clases, no respeta a los estudiantes, no da suficiente clase, es irresponsable, no domina los temas, no enseña…

La manera en cómo el profesor imparte la docencia es muy importante. Muchas veces aunque esté capacitado, sus métodos carecen de resultados positivos.

Pero las cosas no la podemos ver solo de un lado. Hay que observar qué ocurre con los estudiantes y qué pasa con los profesores. ¡Ahora sí! Sería oportuno hacer unas reflexiones respecto a esto y pensar bien por qué usamos ese calificativo.

Hay profesores que abusan de su poder para menospreciar el trabajo del estudiante; se la pasan criticando, sin dar sugerencias; otros exigen mayor cálidad en los trabajos; algunos se la pasan hablando de sus vidas, preferencias y  no dan clases.

En el caso de los estudiantes, se encuentran los que no hacen nada; vagos que copian el trabajo de los demás; aplicados; quienes superan las expectativas del educador, si ocurre, puede causar molestias entre sus compañeros por la capacidad de éste, en algunos casos admiración y respeto.

La educación inicia en el hogar, se complementa con la escuela y las universidades. Pero si la deficiencia parte de los “educadores” que nos enseñan a repetir, se debe revisar el sistema completo y ver qué ocurre.

El asunto es que falta calidad entre profesores y estudiantes. Por eso hay buenos profesores y otros muy malos, el mismo caso se da entre estudiantes.

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