Profesores no son capacitados para manejar violencia centros

Profesores no son capacitados para manejar violencia centros

De los niños y adolescentes que sufren acoso en centros educativos privados, el 46.3% no lo informa ni a sus padres ni a los profesores, pero en los casos en que sí lo hicieron empeoraron su cuadro, puesto que el 60% de las víctimas volvió a sufrir algún tipo de maltrato, incluso el 24% percibió un aumento después de reportarlo.
Peor aun, el estudio Conflictividad y Violencia en Centros Educativos Privados halló que 23% de los niños y 11.7% de las niñas afectados calla porque asume que denunciar es de “chivatos”.
La pregunta de rigor ante estas estadísticas es ¿dónde están los maestros?, la propia muestra da esa respuesta, el 55.5% de los docentes consultados expresó que ha recibido una preparación insuficiente para comprender el acoso y la violencia.
El 39% expuso que el centro no los ha entrenado para relacionarse con los alumnos de manera que los conflictos no lleguen a la violencia.
No solo eso, el 30% asegura que recibió atropello en el recinto; el 28.3% que fue agredido en los últimos seis meses por estudiantes; el 36.3% por compañeros y 22.7% por el director o directora, por eso, el 38,6% rechaza que el colegio tenga buenas políticas preventivas para la violencia.
¿Qué hacer? La sicóloga Marisol Ivonne Guzmán, una de las propulsoras del estudio que abarcó a 5112 estudiantes y 100 profesores, explica que para frenar, o mejor aun, evitar la situación hay que conocer bien las razones del victimario, tomar en cuenta que el acoso es un abuso de poder y no permitir a los acosadores obtener ninguna ganancia por esta vía.
“Entender que los agresores escogen a víctimas que ven con poco o ningún respaldo social. Padres y madres permitan que todos sepan que sus hijos tienen personas que los aman y que son ustedes”, exhorta.
Define muy importante que el sistema educativo sancione el comportamiento intimidante, abusivo.
A los actores del sistema educativo y a toda la sociedad les insta a no permitir que los acosadores encuentren justificación para lo que hacen, que les hagan saber que escogieron esa opción, pese a que hay otras posibles.
En cuanto a los docentes, les recuerda que su papel es crucial, que están llamados a valorar a cada estudiante y a rechazar cualquier conducta dañina.
Sugiere programas enfocados en aulas positivas que aumenten el desarrollo de una personalidad saludable, actividades con las que puedan desmontar los mitos sobre al acoso y responder de inmediato ante una denuncia, fomentar actividades estructurales para tratar acosadores y acosados.
Reconocer el comportamiento positivo de los niños y no aceptarlos o reconocerlos por su comportamiento abusivo.
Radiografía del agresor. Guzmán ofrece un perfil del acosador: le gusta la popularidad, quiere ser siempre el primero, no respeta las normas de convivencia, disfruta cuando ejerce el poder y goza del sufrimiento ajeno.
Anota que actúa con conductas aprendidas, miente para defenderse y pone a prueba la autoridad, pero en realidad es otra víctima, porque carece de habilidades sociales, es culpabilizador y teme ser agredido.
Explica que en realidad son niños o adolescentes con muchos miedos, tanto o más que sus blancos de burlas. El 34.3% arguye que agrede porque les pasó; el 28.5% porque teme ser víctima y 25% quiere respeto.
Otros datos relevantes que amparan la afirmación son que el 8.1% fue obligado a acosar y un 3.5% sentía placer al hacerlo.
Un aspecto resaltado por Guzmán como positivo y que halló el estudio publicado por el Centro Profesional de Psicólogos Unidos es que el 79% de los varones confesó que le gustaría dejar de acosar contra el 21% que dijo que no.
Los motivos por los que quieren dejar de hacerlo son igual de alentadores; del total, el 74 % admite que no quiere hacer más daño, el 15.6% teme ser expulsado, y el 9.2 ser descubierto.
Sin embargo, las niñas acosadoras mostraron menos interés en dejar la práctica, solo el 64.4 %.

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