Profilaxis permanente

Profilaxis permanente

La investigación del  asesinato del teniente coronel César Augusto Ubrí Boció avanza. Las autoridades arrestaron a dos de sus  presuntos ejecutores, dicen  que el robo habría sido el móvil del crimen, han identificado alguna complicidad y continúan indagando.

 Según el informe, contra el oficial habría disparado el cabo de la Policía Wáscar Antonio Cavallo Montero, quien  había sido separado de la institución y acusado de actos penales, y que logró reingresar mediante  tráfico de influencia de un familiar de rango medio.

En un hecho sin aparente conexión con el asesinato del coronel, la DNCD arrestó al capitán del Ejército Luis Guisseppe Cavallo Cuello, pariente del presunto matador del coronel y a quien se acusa de traficar con 185 libras de marihuana.

Ambos casos revelan un preocupante  grado de  permeabilidad de instituciones de seguridad en las que debería haber controles estrictos. El reingreso de personas canceladas por mala conducta no debería ser posible en las filas policiales.

Todo indica que la Policía Nacional, la DNCD y los institutos castrenses deben afinar mejor sus controles internos, ante el hecho cierto de que el crimen organizado, y el narcotráfico en particular, han sido capaces de penetrar instituciones públicas estratégicas. La consigna debe ser rígidos controles internos y profilaxis permanente.

Reformas sin festinación

La sociedad dominicana, cuya paz ha sido secuestrada por la delincuencia, clama por reformas que endurezcan las penas por crímenes y delitos. Esa es una porción de la necesidad que tenemos para mejorar la seguridad ciudadana y con propósitos de adecuar y actualizar los soportes jurídicos,  la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados trabaja en el estudio de los códigos Procesal Penal, Penal y del Menor.

Pero tenemos que ser cautelosos y precisos a la hora de las reformas. El endurecimiento del castigo, por sí solo, no tiene influencia sobre las causas que motivan el auge del delito. La represión no siempre actúa como  disuasivo sobre las  causas sociales del delito. Además de reforzar los códigos hay que trabajar para atacar en sus raíces las causas de orden social que empujan a violar las reglas de convivencia. Cualquier festinación podría resultar en remedio peor que la enfermedad que se pretende curar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas