Prófugos

Prófugos

Las circunstancias en que murió José Yovanny Abreu Domínguez, contra quien pesaba una orden de arresto por asociación  de malhechores y el homicidio voluntario de un hombre, el pasado año, en la ciudad de Santiago, indican claramente que fue víctima de sicarios, de un crimen por encargo ejecutado con letal pericia. Esas mismas circunstancias indican también que Abreu Domínguez, quien se paseaba por una céntrica avenida de la Capital al momento de su muerte, no parecía  sentirse perseguido o amenazado por nadie, lo que aprovecharon  sus asesinos, que se trasladaban en una motocicleta, para hacerle cinco disparos prácticamente a quemarropa cuando se detuvo en un semáforo. Es evidente que, con su muerte, cesa automáticamente la  persecución en su contra, si es que realmente  se le estaba persiguiendo, pero también lo es que alguien hizo justicia por su propia mano y que  la  Policía, como ocurre en estos casos,  no moverá  un dedo para   detener a sus asesinos. Pero intriga, insisto, que andara por ahí de lo mas quitado de bulla no obstante ser, al menos técnicamente, un prófugo de la justicia, un peligro para la sociedad. Y eso   obliga a  preguntarnos, vistas    las limitaciones  y deficiencias de  nuestra Policía, cuántos prófugos mas  andarán por ahí  haciendo lo que mejor saben hacer. ¿Cuenta la Policía  con  recursos suficientes  para ubicarlos, perseguirlos,   apresarlos y someterlos a la justicia? ¿Cuántas horas-hombre se emplean al  día en esa tarea? ¿Cuáles son los resultados?  Conociéndonos como nos conocemos dudo  que alguna autoridad sepa cuantos  son, salvo que son muchos,  y  menos aún donde están, pero mientras sean tantos, y se muevan con tanta libertad como Abreu Domínguez, no hay plan de seguridad que funcione  ni ciudadano que pueda volver a dormir tranquilo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas