Profundizar es lo que falta

Profundizar es lo que falta

Tras iniciales pasos del Ministerio Público a la caza de individuos calificados de cabecillas de una poderosa banda de narcotráfico y lavado de activos, de cuya persecución, por lo visto, pudieron escaparse piezas mayores, el balance de lo logrado se ensombrece con la reafirmación de que las autoridades dominicanas llegaron con mucho e inexplicable retraso a estas acciones; implícita y explícitamente admitido por el oficialismo. Informaciones de amplia difusión sobre patrimonios calificados por los persecutores como mal habidos configuran un lucro descomunal obtenido a partir de insólitas capacidades para burlar controles legales o como resultado de un alarmante vacío de seguimiento a conductas sospechosas, lo que confiere verosimilitud a la observación de autoridades norteamericanas que al revelar el voluminoso tráfico de drogas hacia Europa y Estados Unidos desde República Dominicana lo relacionaron con la «corrupción y la violencia» criminal presente, quizás vistas como nidos demasiado favorables.

Revisada en detalles la pesquisa, demorada estaría, de algún modo, incurriendo en determinadas exclusiones, omisión de identidades y silencios sobre tratos y cercanías entre perseguidos clave y gente de poder, de cuyo significado y alcance las autoridades están obligadas a dejar constancia ante jueces y la opinión pública. Que no persista la impresión de que la pequeñez de los «pejes» es un facto en su contra.

Festivamente reformadores

Se insiste, evidentemente, en favorecer un cocimiento al vapor de reformas a los fundamentos del Estado, con inclusión de las reglas del juego electoral, de esas que deben estar supeditadas a procesos de maduración incluyentes de voces y sectores, desviación que no debe coincidir con la marcha hacia consultas populares ya configuradas aún con imperfecciones, y en las que se concentra la atención nacional.
La pasión por cambios para acomodar la Constitución a propósitos de permanencia en el poder se ha contagiado, inesperadamente, con pruritos por novedad de fines diferentes. Y así poquito a poco, siempre habría motivos para remendar la Carta Magna, la que si pudiera gritar dijera: “¡Déjenme ser como soy por un tiempo más!” ¡Abandonen la maña de querer cambiar de montura cuando se está cruzando el río!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas