Todavía en muchos de nuestros colegios y en actos de gobierno se sigue celebrando el 12 de octubre como “Día de la Hispanidad”, “Descubrimiento”, “Día de la Raza” o -más “light”- “Evangelización” o “Encuentro de dos mundos”. ¿Cuál es el problema de hacer esto?
Debemos leer a Bartolomé de Las Casas, quien fue español, encomendero y como tal participó en los inicios de la conquista de La Española. Después retornó a Europa, se ordenó sacerdote (llegó a ser obispo) y al regresar a nuestra isla, junto a Fray Antón de Montesinos y otros dominicos, emprendieron la denuncia de las atrocidades conocidas. Por sus prédicas, se crearon las Leyes de Indias, primer esbozo de leyes sobre derechos humanos.
De las Casas comienza en 1541 su obra “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, publicada finalmente en 1552, es decir 60 años después del mal llamado “Descubrimiento”. A continuación, algunas citas reveladoras de este texto fundamental que todos deberíamos estudiar en escuelas y universidades.
Dice Las Casas dirigiéndose al rey de España: “… no conceda ni permita las que los tiranos inventaron, prosiguieron y han cometido, llaman conquistas (…) pues de sí mismas (…) son inicuas, tiránicas, y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas y malditas…”
“(…) los cristianos [conquistadores] con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades (…). Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas (…); otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, e todos cuantos delante de sí hallaban (…)»
“Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco señores (…) y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que el verdugo que los quemaba (..) no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizoles el fuego hasta que se asaron de despacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas (…)”.
Y añade de las Casas: “(…) La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas (…): por la insaciable codicia y ambición (…).
No es necesario repudiar a España ni a ningún país amigo para educar y crear la comprensión de los pueblos sobre su verdadera Historia, conocer sus causas profundas y construir una consciencia crítica y ética, para que no se siga cumpliendo aquello de que “los pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla”.
Detengamos el olvido y la desmemoria que nos dañan. Cada vez que se educa en que la tiranía, el coloniaje, la corrupción, el saqueo, la esclavitud y la opresión son solo leyendas o motivos de fiesta, dicha u orgullo, estamos clavando un cuchillo en el corazón de nuestro presente y futuro, en vez de formar pasión por la libertad, el patriotismo, la justicia y la dignidad humana.