En Sabana Perdida la mayoría de su gente pasa por fuertes calamidades por la carencia de servicios básicos y el abandono de las autoridades. Y como si no fuera poco un nuevo problema afecta a la comunidad: los llamados liquor stores o drinks, lugares donde asisten, en su mayoría, jóvenes y menores de edad.
Los residentes de este sector del Municipio Santo Domingo Norte ya sienten las consecuencias de la instalación de esos negocios donde se venden y se consumen bebidas alcohólicas: tiroteos, muertos, heridos, miedo, inseguridad e impotencia.
Mañana hará un mes de la balacera que se originó en El Bambino Drink, hecho en el que Johan Ferreiras Díaz, de 20 años, murió tras recibir un disparo en la sién mientras compraba una hamburguesa al otro lado de la avenida Charles de Gaulle.
La comunidad, en repudio de ese lamentable hecho, llevó el cadáver frente al establecimiento. Lo velaron allí por 20 minutos.
Dirigentes comunitarios y la religiosa Carmen Ferrer, del politécnico Fe y Alegría, donde estudió el bachillerato Johan, clamaron por el cierre del negocio.
El padre de Johan, Benito Ferreira, entristecido por la muerte de su único hijo varón, de cuatro que procreó con Luz Cristina Díaz, dijo que su vástago era un ejemplo del sector.
Estudiaba ingeniería electromecánica y trabajaba desde hace 10 años en una gomera de un tío.
La madre de Johan no tuvo fuerzas para hablar con los reporteros, pero sí respaldó con un movimiento de cabeza el reclamo que hizo público su esposo: que se haga justicia y que los responsables de la muerte de su hijo paguen con cárcel. Al supuesto homicida le interpusieron una medida de coerción de tres meses, en la cárcel de La Victoria.
Una sucursal de la escuela. Carmen Ferrer, religiosa de la Caridad del Cardenal Sancha y de la directiva del politécnico Fe y Alegría, dijo que los drinks se están convirtiendo en sucursales de la escuela, algo dicho por los mismos estudiantes. Cuando ella comentó a los alumnos que iría un fin de semana para identificar a los que están acudiendo a esos lugares, éstos les advirtieron que encontrará a más de la mitad de la escuela.
Critica que las autoridades no controlen el expendio y consumo de bebidas alcohólicas a menores, así como que esos negocios se establezcan en las calles y en áreas verdes.
También cuestiona a los padres porque no se preocupan por saber dónde están sus hijos.
Cree que en esos lugares no sólo se consume bebidas alcohólicas por los actos de violencia que se generan.
Dice sentirse indignada porque mientras los maestros hacen algo por formar a los jóvenes, el ambiente no los ayuda. Es que, dice, Sabana Perdida está sumida en el olvido y el abandono de sus autoridades.
Hemos caído en un limbo, dice preocupada.
En tanto, el dirigente comunitario Ramón Reyes advirtió que si no se controlan esos tipos de negocios, quedarán poco jóvenes.
Casas en ventas. Mary Jerez, quien vive próximo a El Bambino Drink, dice que ya las familias no tienen sosiego por los disparos que se producen. La mayoría está por vender sus casas.
En tanto, Juana Jerez, quien reside a una casa de un liquor store, tiene miedo porque el techo de su vivienda es de zinc y teme que una bala impacta a algún miembro de su familia cuando se producen los tiroteos en ese lugar.