LONDRES (EFE).- Siempre dispuestos a provocar, el excéntrico dúo de artistas británicos Gilbert & George, que el año pasado representó a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia, acaba de inaugurar en Londres una exposición con el título, para muchos blasfemo, de Era Jesús heterosexual.
Gilbert & George, sesentones, italiano de origen, el primero, e inglés el segundo, pareja artística y en la vida desde que se conocieron estudiando en la Saint Martins School of Art londinense, se consideran ellos mismos como su propia obra de arte, como una escultura viva.
Desde que en 1971 se subieron a una mesa en la galería Sonnabend de Nueva York, aunque con rostros y manos embadurnados de una pintura metálica y gesticulando como marionetas, mientras sonaba una canción grabada, y se presentaron al mundo artístico como la primera escultura cantante, Gilbert & George no han renunciado a su afán exhibicionista.
Así lo hacen también en esta nueva exposición, en la conocida galería de vanguardia White Cube, que incluye, junto al ya citado título, alguna otra leyenda igualmente provocadora, extraída de pintadas callejeras, a las que tan aficionados son ambos.
Estas últimas creaciones, de gran tamaño como todas las suyas, brillan a primera vista con los colores de los vitrales de una catedral gótica.
Son collages fotográficos, realizados con ayuda de la tecnología digital, y en los que aparecen sus ya familiares figuras rodeadas esta vez de crucifijos, amuletos, talismanes y extraños símbolos. Se trata de una iconografía grotesca y si, dado el título de la exposición, y la imaginería utilizada puede interpretarse como un ataque directo al cristianismo, a un nivel más profundo es un ataque general a las religiones y supersticiones.
El crucifijo es de todas formas el motivo dominante en todas las obras expuestas, con un Cristo abierto por la mitad, que tiene a veces aspecto de batracio crucificado.
Pero hay también estrellas de David, candelabros de siete brazos, medias lunas, textos sagrados de la Biblia o del Corán, símbolos celtas o masones, herraduras de la buena suerte, figurillas de gnomos y hasta pantalones vaqueros.
El dúo de artistas ha fotografiado todo tipo de baratijas coleccionadas a lo largo de los años, y, tras ampliar esas imágenes en el laboratorio, las ha dispuesto formando complicadas y anárquicas formaciones que recuerdan un caleidoscopio.
Se combinan en ellas de modo casi caótico lo profano, lo codificado y lo explícito, lo antiguo y lo moderno, y la imaginería parece evocar a veces la rica fantasía del arte románico.
Tanto los crucifijos como los propios autorretratos de los artistas aparecen en perfecta simetría mediante el truco fotográfico de segmentar la imagen en dos mitades verticales para crear una nueva, duplicando una de ellas.
Como si fueran santos modernos, Gilbert & George, enfundados como siempre en sus impecables aunque anticuados trajes, llevan sobre sus cabezas como un halo o aureola, y en algunas de las obras, sus figuras aparecen difuminadas, con lo que adquieren un aspecto fantasmagórico.
Por si no estuviera suficientemente claro el mensaje que la pareja de artistas quiere transmitir, Gilbert, de 62 años, afirmó con motivo de la inauguración: La religión es superstición. No nos gusta el dogma religioso.
Su inseparable George, de 63, dijo no creer pese a todo que la exposición vaya a ofender a los cristianos y agregó que habían recibido en el estudio la visita de un obispo, el de Stepney, que se mostró muy afable con ellos.
Y de alguna manera es cierto que, después de sus anteriores exposiciones de claro contenido excrementicio y escatológico, Gilbert & George ya no consiguen escandalizar como al principio, por mucho que lo intenten. EFE