Promesas de presidentes y estadistas

Promesas de presidentes y estadistas

ALEJANDRO HERRERA CATALINO
El segundo mandato presidencial del doctor Leonel Fernández ofrece a los intelectuales la oportunidad de probar una recurrente hipótesis la cual busca diferenciar al presidente del estadista en los privilegiados casos de mandatarios que han gobernado más de un período en el país. La hipótesis parte del supuesto de que todo estadista ostenta la condición de presidente de una nación, pero no todo presidente es un estadista. Al parecer la diferencia luce simple pero es verdaderamente trascendente al considerar los resultados de las promesas o peticiones en cada caso y contexto.

En el caos de un presidente el rasgo más característico es que prometa al electorado resolver todos o algunos lo problemas sin indicar con cuales medios o recursos. En el caso de un estadista el rasgo es pedirle a sus ciudadanos colaboración para resolver algunos o todos los problemas indicándole los medios o los recursos que la nación necesita.

Frases y contexto han probado esta notable diferencia. Winston Churchill, por ejemplo, se recuerda, entre otras cosas, por la celebre petición que le hizo a su pueblo luego de la debacle ocasionada por la Segunda Guerra Mundial de que si le elegían lo único que le prometía, es decir que le pedía a los ingleses, sin importar el orden, era, «sudor, lágrima y sangre». John F. Kennedy, por su parte, le pidió a sus conciudadanos al inicio de la depresión de los sesentas que le eligieran no para que la nación le diera algo a cambio, sino para que los ciudadanos se pusieran al servicio de la nación. Los resultados registran que esas peticiones impregnaron una aptitud diferente en los ciudadanos motivos principales para dar al traste con sus dificultades coyunturales.

En el país tenemos el caos de Joaquín Balaguer que entre 1966 y 1978, período conocido como el de los doce años, llegó y se mantuvo en el poder con la promesa de orden y progreso, lo cual fue una promesa en la que, si bien el progreso no se cuestiona, el orden sí. Sin embargo, en su segundo período, conocido como el período de los diez años, no hizo promesa y solo se remitió a la celebre frase: «este (la RD) es un país rico, pobremente administrado», solo pidió austeridad. Pero en ese segundo período de varios cuatrienios, como recordaremos, hubo orden, en cuanto a las libertades públicas se refiere, y progreso económico.

Ahora tenemos el caso del doctor Leonel Fernández, quien en su primer período de gobierno no hizo una promesa a la nación, más bien su promesa estuvo matizada por una coalición denominada Frente Patriótico que solicitaba el apoyo del electorado sin condición. Y el resultado de ese primer período ha sido destacado por un extraordinario progreso económico y social. Sin embargo, para este segundo mandato, el presidente Fernández acude pidiéndole a la nación confianza en el porvenir ante la desesperanza y la crisis económica heredada del pasado gobierno.

Todavía es prematuro hacer una evaluación a este segundo período de gobierno, pero lo cierto es que en apenas cuatro meses la petición ha surtido efecto en la conciencia de la nación de igual manera a como en corto tiempo han sabido tener las peticiones de los estadistas. Definitivamente hay más confianza en el porvenir como revelan los sondeos de opinión. De modo que habría que empezar a considerar la hipótesis de que el doctor Leonel Fernández tiene la oportunidad de convertirse en el primer estadista dominicano de este Siglo XXI.

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