Promesas, demagogía y políticos

Promesas, demagogía y políticos

Calentando los motores para la agresiva campaña electoral que se avecina, los dominicanos nos hemos dado cuenta que la artillería de los dos principales candidatos es más de lo mismo como diría un admirado sacerdote, ya que son tantas las promesas que nos presentan que uno no sabe cuántos países similares al nuestro se necesitarían para cumplirlas.

 No pasa un día sin que se escuche algo de boca de los dos candidatos Mejía y Medina, que uno no se entusiasme, se asombre o menosprecie lo que emitan, ya que, sin lugar a dudas, los dominicanos estamos acogiendo la agresividad proselitista y embaucadora como algo típico del costumbrismo político pre electoral, donde la demagogia campea por sus fueros, y al final de cuentas cualquiera que triunfe no se acordará de tantas promesas.

 Lo que vemos y oímos de nuestros candidatos no es exclusivo del país, sino es la estrategia democrática de los países inmersos en las libertades y en la libre empresa, en donde a los políticos se les da las oportunidades de esparcir sus promesas y demagogias, pero a la hora de la verdad son llamados al orden por fuerzas superiores, en donde descansa la  salvaguarda de la riqueza de las naciones.

 Los regímenes parlamentarios, presidenciales e inclusive los que se desarrollan al estilo Chávez,  Correa o Morales,  descansan en una supuesta  libre elección de sus gobernantes, siempre y cuando no se afecten en demasía ciertos intereses ya establecidos. Es que se deben garantizar los capitales, la buena marcha de los negocios, aun cuando persistan los devaneos  populistas de los gobernantes, que no son tan locos para sacudirse de lo establecido. Se aseguran, todos esos políticos, lograr la bendición de las cúpulas empresariales, ya que son el sostén de los gobiernos que presidirán.

Y lo establecido viene determinado por lo que dictan los Estados Unidos, dando demostraciones que solo tienen intereses, como lo ha demostrado  en el continente y lo que han llevado a cabo en Irak y Afganistán, donde sus intereses  no tienen amigos, sino que lo digan los informes evacuados por sus embajadas por todo el mundo y que  Wikileaks se ha encargado de divulgarlos.

Entonces,  las mentiras y las demagogias son una materia prima de los políticos  que las amoldan a sus intereses, y mientras más necesidad tengan de sostenerse en el poder o alcanzarlo, más arriesgados  son en sus incursiones  en el terreno movedizo de las falsedades, que luego quedan como monumento de ilusiones para sus carreras, al no cumplir nada de lo que, en sus arrebatos verbales de entusiasmo proselitista, garantizaban  a los ingenuos que lo escucharon.

En definitiva, los políticos tienen como meta, no  servir al pueblo y entregarse  al servicio de los demás, sino que ahora no ocultan sus ingentes y descarados esfuerzos de amasar fortunas. De ahí que sus excesos verbales  serán más arriesgados a medida que puedan considerar  que no alcanzarán el poder o que serán desplazados del mismo. Y es que así treparían nuevas caras, que como más de lo mismo, continuarán en el sendero del latrocinio democrático a que ya estamos acostumbrados y lo  aceptamos con resignación con tal de no caer en manos de algún dictador mesiánico o loco.

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