Pronóstico de una horrible resaca

Pronóstico de una horrible resaca

HAMLET HERMANN
Nada hay mejor que una horrible resaca para descubrir cuánto daño hace el alcohol cuando se bebe en exceso. En nuestro caso sólo habrá que esperar a que se celebren las elecciones presidenciales y empiecen a gobernar aquellos que se han pasado meses haciendo promesas que saben nunca cumplirán. Con esa resaca encima, nos daremos cuenta cómo nos han manipulado en esta campaña electoral.

Un simple peledeísta escribió hace poco unos conceptos conmovedores. Con inmensa sabiduría planteó situaciones para el futuro inmediato que debían alertar a los bien intencionados que pudieran todavía quedar dentro del gobierno. Humildemente, este militante se consideraba como un grano de arena en el desierto. No obstante, alertaba sobre el efecto “boomerang” que podría tener lugar a lo interno de su organización política. Preguntaba: ¿y qué si todas las manipulaciones, la corrupción y el transfuguismo se vuelven contra nosotros? La elección del candidato oficial se ha manejado como si fuera una meta final. Y no es así. Debía ser, a lo sumo, un medio para avanzar y lograr objetivos que beneficien a la mayoría de los dominicanos. Son muchos los tránsfugas que han sido llevados hasta el panal rico de miel del gobierno, sin que mediaran compromisos en los que predominen los conceptos de patria y de pueblo. Decía ese simple peledeísta que si de verdad están ganados por mucho margen, ¿qué necesidad había de comprar conciencias putrefactas que sólo han sabido actuar contra los intereses de la nación?

Alertaba con perspicacia que en la transición no tendrían tregua, ya que se van a sustituir a sí mismos. De inmediato, se iniciará una guerra donde no pueden capturarse prisioneros. Desaparecerá la inagotable excusa de culpar al gobierno anterior. ¡Cuánta falta les hará el inefable Hipólito Mejía y sus payasadas políticas para culparlo de los errores propios! Además, con cada tránsfuga que se ha sumado a la causa reeleccionista, debe haber miles de personas serias que han perdido la confianza en los dirigentes de su partido.

Para los candidatos, el pueblo ha sido un profundo hoyo de letrina al que han lanzado todo tipo de porquerías. La prensa, la radio, la televisión y la maquinaria de rumores han mantenido distraídos de los verdaderos problemas que nos aquejan. Todo para que ellos puedan servirse con la cuchara grande y seguir apropiándose de lo que pagamos a través de los impuestos. Porque toda la propaganda oficial ha estado orientada a que el público no piense en gobernar sus propios asuntos sino en que los acepte como la élite que, únicamente ella, conoce cuáles son nuestros problemas. Esas mentes privilegiadas no pueden permitir, dentro de su sabiduría, que el dominicano simple pueda comprender la realidad que vive, menos aún tener capacidad para solucionar sus problemas.

Los votantes han sido tratados como rebaño, como un hato de ignorantes que apenas califican para ser espectadores, nunca actores. La propaganda ha sido y seguirá siendo intensa porque al ganado hay que mantenerlo distraído. Es imprescindible desviar su atención hacia otras cosas menos importantes, aunque más entretenidas, porque están llenas de chismes, de falsas promesas y de mentiras. Luego de la celebración de las elecciones presidenciales, se acentuará el conflicto porque la burbuja en que estamos inmersos explotará poco después. Y despertaremos ante una realidad incontrolable.

Si de verdad hay consenso generalizado en torno a algún criterio, es que la crisis que nos espera a la vuelta de la esquina, será la peor que hayamos podido vivir en los últimos cien años. Nuestra dependencia del exterior como economía de servicios y nuestras deficiencias en la producción nacional nos hacen víctimas propiciatorias de una situación levantisca que nadie desea. Si no se frenan la voracidad y el despilfarro del actual gobierno, se estaría invitando a una colisión en la que los que sobrevivan se lamentarán de haberlo logrado. ¿Tienen los próximos gobernantes algún plan y los recursos necesarios para enfrentar una crisis como la que lanzará sobre nosotros un dólar minusválido? Mientras sean candidatos dirán que sí. Elegidos, entonces apelarán a la virgencita de la Altagracia para que nos ayude a salir de la letrina, ya que no tendrán “gobierno anterior” a quien culpar.

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