A una oposición política carente de propuestas  le ha costado dedicar sus esfuerzos en estos cuatro años a pronosticar cataclismos,  como forma de minar la credibilidad de los agentes económicos en las políticas de la presente administración, y creen haber encontrado en la crisis financiera global el “pie de amigo” donde seguir apoyando sus fatídicas predicciones y sus aspiraciones de un desastre financiero, como el provocado en su gestión, que les facilite la reivindicación y el retorno al poder.

Cuando la economía remontó vuelo y comenzó a crecer con las mayores tasas de la región, vaticinaron el disparo del dólar, el “septiembre negro” con la estampida de depositantes de certificados, la caída en la inversión extranjera, la supuesta pérdida de 200 mil empleos en zonas francas y otras sandeces por el estilo, pero a más pronósticos  sombríos mejor desempeño del gobierno y la economía.

La gran prueba para el mantenimiento de la estabilidad lo fueron los precios mundiales del petróleo que provocaron a junio de este año un aumento del déficit en cuenta corriente hasta el monto de US$2,646 millones; sin embargo gracias a las medidas monetarias y el flujo de inversión extranjera directa permitieron cerrar la balanza con un déficit de apenas US409 millones y la consiguiente pérdida de reservas del Banco Central.

 Lógicamente el tema del déficit en cuenta corriente se convirtió en la base para lanzar los peores vaticinios.

La caída de los precios mundiales a partir de agosto, como consecuencia de agravamiento de la crisis financiera, y el aumento del flujo de capitales al país, atraídos por las relativas altas tasas de interés y la confianza, permitieron que el resultado global de la balanza de pagos se redujera de US$409 millones de déficit en junio a US$261 en septiembre, que las reservas internacionales netas aumentaran en US$140 millones, gracias a inversión extranjera directa récord por US$2,353 millones y la cuenta de capital  y financiera superavitaria en US$3,115 millones..

Evidentemente que estos excelentes resultados, que los pronosticadores de terremotos económicos obvian, no implican un “blindaje”, simplemente no hemos sentido hasta el mes de septiembre las inevitables réplicas de la grave crisis mundial y la magnitud de su impacto sobre la economía dominicana nadie puede predecirla con exactitud ya que depende de la profundidad de la recesión  en los Estados Unidos y  su duración.

La oposición y sus voceros económicos no cesarán en sus profecías cataclísmicas, pero la estabilidad se mantendrá si se dan los escenarios proyectados por los organismos multilaterales y aquí se mantienen políticas fiscales y monetarias armónicas y se arriba cuanto antes a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.