El FMI reitera sus pronósticos pesimistas sobre el crecimiento y el empleo, al per cápita mundial le tomará tiempo recuperar el nivel que tenía cuando se derrumbó el sistema financiero en 2007, y en cuanto a la deuda pública prevé que en el mejor de los casos disminuirá lentamente. Estima el crecimiento de los países avanzados en 1.6% hasta el 2020, inferior al 2.4% del 2000 al 2007 y un poco por encima del 1.3% durante la Gran Recesión. República Dominicana sale bien parada, 5% para el 2015, similar al 5.2% de países emergentes y muy superior al 0.9% de América Latina y el Caribe.
Le preocupa la combinación de pobre crecimiento con bajos niveles de inflación a nivel mundial, por ejemplo, en marzo los precios entraron en terreno negativo (-0.1%) en los Estados Unidos, en República Dominicana la tasa interanual ha estado en baja desde octubre de 2014, en marzo cerró con 0.64%.
La buena noticia es que el FMI se equivoca mucho, no ha sido buen pronosticador, desde el 2011 viene planteando escenarios similares, la experiencia demuestra que con rapidez sus cálculos caen en obsolescencia. Hay que decirlo, los errores no son de su exclusividad, es propio de la profesión, por lo general se incumplen las cosas que dicen los economistas, la culpa es compartida de teorías económicas obsoletas y modelos econométricos incapaz de predecir el comportamiento humano que terminan siendo un juego de matemáticas.
La baja del petróleo favorece a República Dominicana, el problema es la deuda en aumento desde que adoptamos la teoría del presupuesto deficitario en 2008, el balance es enorme para el tamaño de la economía y los ingresos del Fisco. Aunque la operación con Venezuela la redujo en US$1,567 millones, de US$23,809.1 millones en diciembre de 2014 a US$22,242.2 millones en febrero 2015, para que no aumente a final de año el crecimiento del PIB debe ser como pronostica el FMI y lograrse la meta de inflación del Banco Central.
Es cierto, todos preferimos una inflación baja, mejora nuestro poder de compra, el problema son los costos, la deuda engorda si la inflación es muy baja aunque el crecimiento sea bueno. Esto se entiende mejor con un ejemplo. La deuda se calcula respecto al producto corriente, a febrero debíamos un poco más de la tercera parte (34.7% del PIB) de lo que producimos en el año. Podría aumentar en US$2,000 millones y cerrar en US$24,242 millones en 2015. Si el PIB corriente crece 7% (5% real más 2% de inflación), para liquidarla tendríamos que entregar 35.4% de lo que producimos, es decir, 0.7 puntos porcentuales más que en febrero. El aumento sería 1.84 puntos porcentuales si el PIB corriente crece 5.5% (3.5% real y 2% de inflación), porque la deuda representaría 36.6% de la producción. Pero si el PIB corriente crece 10% (5% real y 5% inflación) la deuda disminuiría 0.7 puntos porcentuales con respecto a febrero de este año. Es el reto que tenemos.
En conclusión, la deuda engorda cuando se combinan presupuesto deficitario y muy baja inflación, aunque el crecimiento sea como pronostica el FMI. En nuestro ejemplo, se infla si la inflación y el crecimiento juntos es menor a 10%, se desinfla si es superior.