Prosperidad muy mal distribuida

Prosperidad muy mal distribuida

La prosperidad ha estado muy mal distribuida en este país. No hay porosidad por la que se pueda “colar” un poco del crecimiento económico hacia las condiciones de vida de la mayoría. Minerva Isa y Eladio Pichardo, dos investigadores nuestros, lo demuestran con suficiencia desde el primero de una serie de trabajos sobre este tema, cuya publicación se inició en la edición de este lunes, en la página 12A. Del crecimiento económico de varios años consecutivos no se trasvasó nada hacia el deprimido salario, y cuando finalmente se ha hecho el aumento ni se aproxima al dintel delcosto de la canasta familiar.

El Gobierno ha admitido que el crecimiento económico ha tenido poca influencia en las condiciones de vida de la población, pero esa admisión ha sido mero discurso y nada se ha hecho para abrir porosidades para trasvasar el progreso hacia la familia, fundamentalmente a través del poder adquisitivo del salario y por mejora de los servicios básicos. Basta decir que entre octubre 2004 y junio 2009 se le aumentó 69 pesos al salario mínimo de los trabajadores privados no sectorizados. Es decir, se les aumentó una ínfima proporción del alza que sufrió en el mismo período el costo de la canasta familiar. Hay que planificar de manera que el crecimiento de la economía se traduzca en progreso para la familia. Es la forma justa de distribuir y multiplicar riqueza.

Comienzan las perturbaciones

La tormenta Ana, que avanza sobre nuestra zona, y el huracán Bill, todavía bastante lejos, son las primeras perturbaciones atmosféricas de importancia  que merecen nuestra atención en la presente  temporada ciclónica. La actividad ya ha motivado alertas para varias provincias, en el entendido de que el paso de Ana arrojará abundante lluvia sobre vastas zonas del país. Los dispositivos de prevención y socorro han reaccionado oportunamente, como ha sido hábito desde hace bastante tiempo.

No está de más advertir a la gente que vive en zonas de alto riesgo que tomen las debidas precauciones y que, sobre todo, sigan al pie de la letra las orientaciones del Comité de Operaciones de Emergencia para evitar exposición innecesaria al peligro y percances evitables. Y siempre es oportuno recordar a los planificadores que existe un inventario actualizado de las zonas de peligro que deberían ser definitivamente desalojadas.

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