Cada época pasada deja signos venerables  en un país y casi todas las ciudades dominicanas poseen una herencia arquitectónica. Hoy esos testimonios de formas antiguas de edificar corren peligro. El tiempo no juega. Ocurre la erosión y el debilitamiento estructural. Y aún más, el  descuido y el desprecio de las nuevas generaciones, a veces con afanes mal canalizados de modernidad. República Dominicana está en el deber de ocuparse, con la ley en la mano y la especialización de recursos, de contrarrestar los daños a sus inmuebles de valor histórico. Incluso  procedería construir lo nuevo   en madera y otros materiales para sustituir algunas edificaciones emblemáticas insalvables de provincias, respetando las formas antiguas. Profesemos  respeto por los perfiles urbanos que nos identifican y diferencian. Resaltemos aspectos que además acrecentarían nuestros atractivos turísticos.

Lo mismo hay que decir  de lo que la naturaleza ha dado a esta isla. Nuestro patrimonio natural  es extraordinario. Playas, cavernas, bosques, montañas, lagunas, litorales rocosos y arrecifes que deben ser preservados. Esto no solo por el valor que poseen como expresión del lugar que habitamos  en el continente sino porque, además, tales recursos son imprescindibles para la vida. Ninguna actividad económica por importante que parezca puede ser dañina al ambiente. El único desarrollo  aceptable sería el que resulte amigable con la naturaleza.

Logros de la PN en prevención

Cuando la Policía Nacional logra adelantarse mediante la interceptación a la posible consumación de crímenes y delitos, la sociedad tiene buenos motivos para comenzar a recuperar la confianza. Lo lamentable es que con frecuencia, ni el Ministerio Público ni la fuerza del orden logran un proceder judicial que favorezca sus objetivos de castigar hechos consumados. ¿Se puede esperar  entonces  que los jueces se acojan a  incriminaciones para  quienes  preparan acciones homicidas? Pero hay que tener cuidado al criticar: tan necesaria   es la eficacia de los tribunales como la de quienes suscriben expedientes.

Cabe reconocer el comportamiento responsable de la institución policial que recientemente, a través de  reconocidos oficiales investigadores, ha sustentado  con testimonios y elementos  concretos de supuestas pruebas   ante tribunales, trascendentales acusaciones de sicariato.