Protección del consumidor en tiempos de catástrofes

Protección del consumidor en tiempos de catástrofes

En Estados Unidos, ante el paso de los huracanes Harvey e Irma las autoridades decretaron un sistema de protección al consumidor, que incluyó declarar como criminal la especulación con los precios de los productos básicos antes, durante y después de las tormentas.
Informaron a la población de teléfonos claves para que denunciaran los establecimientos y personas que cometieran el delito; todo para evitar que algunos se aprovecharan de la situación calamitosa para enriquecerse, en medio del dolor causado por la tragedia.
Uno de esos productos esenciales era el agua, la cual comenzó a escasear desde días antes de la tormenta, y luego era ofrecida hasta diez veces el precio que tenía antes del desastre.
En Puerto Rico congelaron todos los precios de los productos básicos, incluyendo los combustibles.
En nuestro país no se ha producido ninguna medida referente al tema de los precios, dejando a los consumidores a merced de un mercado de por si fundamentado en la cultura del engaño.
Los fenómenos de la naturaleza nos afectan a todos por igual, y es hasta obsceno permitir que en medio de la tragedia se abuse de los más vulnerables y se propicie el enriquecimiento ilícito.
Cuando se producen fenómenos como huracanes, sismos, inundaciones y demás, la protección de los ciudadanos no solo debe limitarse a salvar la vida, también implica otras medidas, como la de garantizar la seguridad alimentaria y los intereses económicos de los mismos.
Si la naturaleza altera el orden, los mercados no deben seguir actuando por la libre, debe existir una regulación para los tiempos de catástrofes.
Cuando se discutía la ley del consumidor, 358-05, ese fue un tema de la agenda, pero a lo más que se llegó en “los acuerdos para que esta se aprobara” fue a que el INESPRE supliera de productos básicos a buenos precios a la población.
En esa época, en el 2005, no existían las amenazas que tenemos ahora, un huracán cada dos semanas en promedio y un INESPRE con poca operatividad, por lo que se impone que dentro de los planes de emergencias del gobierno se tome en cuenta el tema de la especulación porque, simplemente, en tiempos de huracanes todos somos vulnerables.
No es justo que se permita la especulación ni el agiotismo a costa de los sufrimientos de personas y familias que están expuestas a perderlo todo y que, encima, se les cobre hasta el mil por ciento de lo que cuesta un producto en tiempos normales.
En vista de la novedad que nos traen los huracanes se debe comenzar a construir una nueva cultura para enfrentarlos, y eso implica educar a la población sobre los aprovisionamientos que debe asumir, priorizando la adquisición de lo indispensable, como el agua y productos no perecederos.

Más leídas