Esta semana el rector y el párroco del templo patronal Nuestra Señora de Las Mercedes, frailes Jorge Jiménez y Santiago Bautista, se quejaron amargamente por la  instalación de una discoteca de expendio de bebidas alcohólicas en las cercanías de la iglesia.

El lugar espiritual se encuentra rodeado por centros de corrupción y escándalos.

Se trata de una situación que se está dando no sólo en este lugar, sino que afecta terriblemente a otras tantas iglesias y comunidades del país.

En el mismo frente de nuestra iglesia, Asambleas de Dios Lirio de los Valles, ubicada en Barrio Nuevo, Villa Mella, un grupo de jóvenes, desafiando todas las advertencias,  colocaron un centro de bebidas alcohólicas donde el ruido y el tumulto de los parroquianos afecta la tranquilidad del templo. Los feligreses enviaron una comunicación y expresaron su oposición, pero todo fue inútil.

Los frailes recuerdan que hay leyes que regulan esto. Sin embargo, las autoridades no parecen velar ni tomar carta en el asunto para evitar este tipo de situación. Tenemos una gran cantidad de iglesias en nuestra organización que realizan su misión en condiciones extremadamente desafiantes por situaciones como las denunciadas.

La labor tranquila de las iglesias es algo que el Estado debería siempre defender y apoyar puesto que es aquí donde la gente no sólo viene a reflexionar y escuchar la Palabra de Dios, sino que recibe una formación sana.

No se puede permitir que la corrupción y el desenfreno carnal se lleven de paro algo tan vital en las comunidades como son los centros de adoración y de reflexión espiritual.

Las autoridades deben intervenir y deben aplicar la ley sin miramiento alguno en cuanto a la regulación de los espacios y la protección de las instituciones cuya labor requiere de paz.