Protesta de madre que perdió hijo en Irak gana apoyo

Protesta de madre que perdió hijo en Irak gana apoyo

Por ANGELA K. BROWN
CRAWFORD, Texas, EEUU (AP) _ Los ojos de Cindy Sheehan se llenan de lágrimas cuando habla de su hijo mayor Casey, un joven de trato fácil con buen sentido del humor.

   Casey se enroló en el ejército en el 2000, pero nunca pensó que iría a la guerra. El año pasado llegó a Irak y cinco días después murió en Ciudad Sadr. Tenía 24 años.

   Sheehan sabe que nada le devolverá a su hijo, pero quiere hablar con el presidente George W. Bush. Desde el sábado, esta vecina del pueblo de Vacaville, California, está acampada en un camino que conduce a la hacienda del presidente y ha jurado permanecer ahí hasta que Bush regrese a Washington luego de sus vacaciones.

   «Antes que mataran a mi hijo, yo solía pensar que una sola persona no podía lograr nada», dijo el miércoles en la carpa que habita desde su arribo. «Pero una persona rodeada y apoyada por millones puede hacerse oír».

   Dos altos funcionarios del gobierno, el asesor de seguridad nacional y el subjefe de personal de la Casa Blanca, hablaron con Sheehan durante 20 minutos el sábado. Pero ella calificó a la reunión de «vana».

   Para el miércoles, medio centenar de personas se habían plegado a su causa, montando carpas en zanjas barrosas y alzando pancartas con leyendas antibélicas. Otras le han enviado flores. Su nombre es uno de los más buscados en los foros de discusión de la internet.

   La reacción sorprende y conmueve a Sheehan, de 48 años: dice que la mayor parte es positiva.

   Pero no todos la apoyan. Kristinn Taylor, dirigente de la sucursal de Washington de la revista de internet FreeRepublic.com, dijo que la protesta de Sheehan es equivocada y perjudica la moral de la tropa.

   «Tiene intenciones políticas que van mucho más allá de la muerte de su hijo en combate», dijo Taylor, cuyo grupo derechista realiza actos de apoyo a los militares y de oposición a las manifestaciones antibélicas desde el 11 de septiembre del 2001.

   Sheehan, consejera católica de jóvenes desde hace ocho años, no quería que Casey se enrolara. Pero él lo hizo engañado por el oficial reclutador, dijo. Aunque se oponía a la guerra, quería cumplir con su deber.

   «Le supliqué que no fuera», dijo entre lágrimas. «Le dije, ‘te llevaré a Canadá’…, pero él dijo, ‘mamá, tengo que ir. Es mi deber. Todos mis camaradas van»’.

   Sheehan ha pasado los últimos días bajo la lluvia, hablando con los periodistas, abrazando a los que la acompañan y tomándose breves respiros para comer emparedados y fruta que le traen quienes la apoyan.

   La angustia provocada por la muerte del hijo causó la separación de su matrimonio. Sus otros tres hijos, que tienen entre 19 y 24 años, tal vez vengan a Crawford, dijo.

   Unos 40 congresistas demócratas han pedido a Bush que la reciba. En Washington, una coalición de grupos antibélicos dice que Sheehan ayudó a unificar el movimiento por la paz.

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