¿Protesta o guerrilla urbana?

¿Protesta o guerrilla urbana?

Una protesta de corte social para reclamar obras no necesita apoyo de civiles encapuchados y provistos de armas de fuego. No necesita ataques contra la autoridad legalmente constituida ni vías de hecho contra propiedad pública o privada. La justeza del reclamo se desnaturaliza cuando las vías civilizadas son reemplazadas por actos que encajan mejor en una especie de guerrilla urbana. Quienes han “apoyado” con armas las protestas de Salcedo y otras comunidades realmente son enemigos de la causa. Las comunidades tienen voces idóneas para hacerse oír y sentir ante un Gobierno al que exigen atención y no necesitan el trueno de las “chilenas”.

Atacar con armas a la autoridad legalmente constituida es un acto de terror que no sintoniza con la esencia de una protesta social para demandar obras o lo que sea. Hay una premeditación criminosa cuando se apunta un arma contra alguien sin que medie la legítima defensa. Y es también criminoso utilizar el ingenio para producir ilegalmente armas que luego son empleadas para actos criminales. Los encapuchados armados le están haciendo más daño que bien a estas protestas y quienes plantean las demandas deberían expresar su rotundo rechazo a este tipo de “respaldo”. Las autoridades deberían  realizar un trabajo de inteligencia para localizar  a estos “guerrilleros” de nuevo cuño y ponerlos a disposición de la Justicia.

Insuficiente regulación

Las 34 presas que tiene el país solo pueden regular el 7% de las aguas que se producen por precipitaciones. Esa es, según expertos consultados por este diario, una de las principales causas de inundaciones y de desperdicio de agua. La falta de presas en el Este del país hace que esa zona sea muy vulnerable en épocas de abundantes lluvias. Y el cambio climático o calentamiento global nos trae cada vez más tormentas, lluvias e inundaciones.

Una presa no es obra que se construye de la noche a la mañana, pero hay que empezar cuanto antes a completar un sistema de presas que nos permita una mayor capacidad de regulación de aguas. Cada año las perturbaciones atmosféricas dejan una secuela cada vez más cuantiosa de daños a la agropecuaria, a la propiedad y pérdidas de vidas humanas. También obligan a desplazamientos y reubicaciones. Sin duda hay que actualizar  el inventario de soluciones para estos problemas.

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