Protestar es un derecho, reprimir es un delito

Protestar es un derecho, reprimir es un delito

Con ese título se iniciaba un reportaje mexicano en el 2008 cuando organizaciones civiles y ciudadanos mexicanos llamaron  a no utilizar la inseguridad y el clima de violencia que vivía México, para criminalizar la protesta social. Nuestro país presenta hoy en día, una situación comparable: el tipo de gobierno, el narcotráfico con ramificaciones políticas y militares, la corrupción, muertes violentas y represión de las protestas. En ambos casos: un verdadero retroceso del proceso democrático.

La criminalización de la protesta social es la atribución que se toman los gobiernos y su fuerza del “orden” para ejercer una facultad que nadie les otorgó: matar a quienes deben cuidar, dejar vivos a los delincuentes, perseguir a quienes deben proteger y “servir a quienes deben controlar”. En otras palabras, en México como en RD opera un “derecho mafioso y cómplice”, donde se aplica la ley de forma discriminatoria, particularmente contra los pobres, los opositores y los jóvenes porque cuestionan o se enfrentan al Estado.

Y esto debe preocupar porque en ambos países se están distorsionando conceptos esenciales de la democracia, ganados con muchos sacrificios, como la legalidad y el Estado de Derecho  al tiempo que una sociedad, ya, ni paralela ni subterránea, ligada al narco-sicariato y a la delincuencia de Estado, se instale.

El gobierno utiliza los conceptos de legalidad y de Estado de derecho solamente en el marco de la protesta social, para justificar la represión y la violencia.

La criminalización de los movimientos y protestas sociales nos muestra los límites de nuestra democracia y de algunos especialistas sobre el tema que optan por no opinar cuando vieron  reprimir a jóvenes, indefensos, clamando contra los muertos en mano de patrullas ciegas y asesinas ¿A dónde? En la Plaza de Nuestra Cultura.  ¿No era, acaso, una oportunidad  para que denuncien “los límites de esta democracia” como lo hizo Carlos Dore Cabral en este mismo Hoy, cuando se nos quiso deportar con el Padre Cela por denunciar los desalojos? Y nos podemos preguntar: ¿son estos, los límites de este gobierno, una sencilla disidencia?

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