Protestas amainan en Bolivia

Protestas amainan en Bolivia

LA PAZ (AFP).- Bolivia ingresó el jueves en un periodo de frágil tregua social, forzada por una fiesta religiosa que aquietó los ánimos de campesinos e indígenas que suspendieron sus marchas de protesta en La Paz, al borde del desabastecimiento, semiaislada y con la amenaza de nuevos desórdenes la próxima semana.

La fiesta del Corpus Christi tuvo el refrescante efecto de un bálsamo sobre un país agobiado por refriegas callejeras, demandas de nacionalización de hidrocarburos, de convocatoria a una Asamblea Constituyente, pedidos de autonomía regional y hasta una intentona golpista.

La tranquilidad podría continuar el viernes, cuando se celebre en Bolivia el Día de la Madre, que permitiría un largo fin de semana, hasta el lunes en que se ha anunciado el reinicio de las movilizaciones. El martes se reanudan las deliberaciones del Congreso.

El respiro que otorga esta tregua normalizó las actividades en el centro de La Paz con la apertura de tiendas comerciales que reanudaron sus actividades sin la molestia de los gases lacrimógenos que desde inicios de semana lanzaba la policía para dispersar a los manifestantes.

La Plaza Murillo, donde se ubican el Palacio Quemado (Presidencia) y el Congreso, lucía tranquila, pero sus accesos estaban severamente vigilados por la Policía antimotines y el Ejército.

En días previos, los ingresos a esa plaza fueron escenario de duros enfrentamientos protagonizados por cientos de manifestantes que pugnaban por tomar la sede del Congreso.

El clima de sosiego dio paso a llamados a la reflexión en busca de una salida a la crisis política que se abate sobre Bolivia y a la preservación de la democracia.

El obispo de La Paz, monseñor Edmundo Abasto, en una misa por la fiesta del Corpus Christi ante autoridades civiles y militares, urgió a los bolivianos a la concordia y el diálogo para dejar atrás «momentos difíciles de incertidumbre cuando quizás no se sabe por dónde caminamos».

«Debe haber serenidad y desprendimiento de todos los líderes políticos y sociales», reclamó el prelado en el acto litúrgico en el que se esperaba la presencia del presidente Carlos Mesa, quien no acudió por razones de seguridad.

Mesa no ha vuelto a aparecer en público desde el martes en que en la ciudad capital, Sucre (sudeste), cuando dijo que no renunciará y que cumplirá su mandato hasta agosto de 2007.

Su declaración se produjo un día antes que surgiera un autodenominado Movimiento Militar Generacional -formado según sus promotores por teniente coroneles, mayores capitanes y sargentos- que pedía la renuncia del mandatario, el cierre del Congreso y que anunciaba estar dispuesto a asumir la conducción del país.

Los sectores políticos de inmediato reaccionaron y calificaron ese pronunciamiento como golpista, mientras los altos mandos de las fuerzas armadas cerraron filas en defensa de la democracia y la institucionalidad del país.

Sacha Llorenti, presidente de la Asamblea de Derechos Humanos de Bolivia, se sumó a la condena a «los intentos de interrumpir la democracia porque una dictadura en vez de resolver los problemas los agravará».

Llorenti dijo que la agrupación que preside ha iniciado un sondeo entre los sectores políticos y sociales en busca de un acercamiento, pero reconoció que hasta ahora «no hay nada concreto» y que la solución significa persistir en una salida democrática sin caer en la espiral de la violencia.

Sin embargo Jaime Solares, líder de la central Obrera Boliviana, considerado un líder radical, dijo que son «bienvenidos los ciudadanos patriotas, uniformados o no, que se adhieran a la demanda de nacionalización de los hidrocarburos».

Entretanto, la Unión Europea pidió al pueblo boliviano que «luche por sus demandas y aspiraciones en forma pacífica», según declaró en Luxemburgo la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero Waldner, al subrayar que «el futuro de la democracia y la propia nación boliviana depende de sus propios ciudadanos».

El clima de tranquilidad en La Paz llevó a los paceños a acudir a los mercados donde la gente compraba todo lo que podía, pese a que algunos productos han comenzado a subir de precio, ante el temor de que las movilizaciones puedan repetirse a partir de la próxima semana.

Los surtidores de gasolina fueron reabastecidos, disipando las colas que ya se formaban en la víspera frente a las estaciones de servicio que ya tenían sus tanques casi vacíos.

Sin embargo, la Paz estaba casi aislada debido a que las carreteras que conducen a otras ciudades del país estaban sembradas de piedras y troncos que fueron dejados por los manifestantes durante la semana.

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