PUERTO PRÍNCIPE. Marcel Cineus miraba angustiosamente por toda la calle en una colina de Puerto Príncipe, pendiente de si alguien vendrá a su pequeño kiosco para comprar libros escolares. Se suponía que las clases comenzarían en septiembre y para esta época Cineus habría vendido unos 200 libros.
Pero las recientes protestas han obligado al cierre de escuelas y negocios y han causado una profunda crisis económica, agravada por una inflación descontrolada. A consecuencia de ello, Cineus ha vendido menos de una docena de libros en el mes pasado.
“Nada funciona con este gobierno. Hay días en que no vendo ni un solo libro, ni uno», se quejó Cineus. El vendedor ahora tiene una gran deuda con la empresa mayorista que le vende los libros de matemática, biología, gramática y geografía. Cineus, de 42 años, ha tenido que retener la mitad de lo que le adeuda a la compañía para poder mantener a sus tres hijos.
Las circunstancias son comunes en este país de 11 millones de habitantes, donde el 60% de la gente subsiste con menos de 2 dólares diarios y el 25% gana menos de un dólar al día. Los problemas se han agravado a raíz de protestas que han obligado al cierre de negocios, a la pérdida de empleos y una crisis en que los ingresos quedan abrumados por la alta inflación.
Incluso antes de que estallaran las protestas a comienzos de septiembre, la economía haitiana ya estaba tambaleándose. Disminuyeron los subsidios del programa venezolano Petrocaribe, a raíz de la baja de los precios del petróleo, y la asistencia internacional a raíz del terremoto del 2010 se está agotando.