Protestas con
tratamientos disímiles

Protestas con<BR>tratamientos disímiles

Las protestas de los chóferes del pasado día 23  y la de los médicos del día 29 recibieron de las autoridades tratamientos diferentes, en que una fue tratada con guante de seda y la otra con guante de acero.

Los eternos dueños del país, en su codicia por tener sometidos a los pasajeros que utilizan sus servicios, alborotaron y atemorizaron a los capitaleños que utilizan las voladoras chatarras el pasado día 23, cuando con toda clase de objetos contundentes, palos, cuchillos, bates, etc. obligaban a descender a los pasajeros por la decisión de un dirigente sindical, que exigía por las malas, apropiarse del derecho de una empresa que regulaba el tránsito de los minibases hacia el Sur del país desde su parada en la avenida 27 de Febrero.

Las autoridades, policía y agentes de AMET en una pasividad inaudita, contemplaron aquellos desmanes sin intervenir mientras los pasajeros eran agredidos a discreción de los rufianes que ni siquiera fueron rechazados ni detenidos por las autoridades, presentes, y espectadoras de los demanes de Fenatrano.

En la madrugada del día 29, los 30 y tantos médicos alojados a la fuerza en el vestíbulo de la Secretaría de Trabajo, exigiendo por enésima vez sus aumentos de sueldo con métodos repudiados por la ciudadanía, fueron desalojados en horas de la madrugada con empujones, bombas y arrastre a la fuerza para llevarlos a la cárcel por el hecho de continuar en su empecinado calvario arielista, para luego ser despachados en horas de la mañana de ese día e inmediatamente anunciaron un paro de labores que se cumplió el pasado jueves.

Claudio Acosta, agudo e informado columnista de la página 2 de este diario, en su entrega del pasado día 30, observaba esa forma tan peculiar de las autoridades, en comportarse con agresividad contra los profesionales de la medicina y con suma reverencia ante el vandalismo y tigueraje de los choferes, cada vez que por quítame una paja paralizan violentamente el transporte público en distintas zonas de la capital.

Una actitud, similar de complaciente, protagonizan las autoridades frente a los camioneros cada vez que paralizan el transporte de cargas desde los muelles o impiden el libre tránsito hacia Haití, en demanda de sus exigencias gremiales y económicas. Por esas alteraciones al orden público, agresiones e impedimento de circulación libre de la ciudadanía, nunca reciben, al menos, una reprimenda de las autoridades, cualquiera que sea su origen político. Es una actitud y patrón de actuación hacia ese vandalismo del volante, que se inició a la caída de la dictadura en 1961 y ha continuado dentro de la deficiente vida en democracia.

Es ahora, que comienza a revestirse el sentir popular de la ciudadanía en contra de los médicos, cuando paralizaban con sus continuas huelgas los servicios de salud. En esta ocasión ha ocurrido algo increíble cuando los pacientes, frustrados de no verse atendidos en sus padecimientos, apoyan a un gremio poco responsable y terco frente a sus compromisos morales de su profesión y prefieren presionar por más prebendas a sabiendas que muy pocos cumplen con sus obligaciones en sus empleos en el sector de salud oficial y nunca son penalizados descontándoles los días no trabajados.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas