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CARACAS. AFP. Un par de miles de estudiantes opositores volvieron a salir a las calles de Caracas, Venezuela, este jueves, en tanto hubo algunos incidentes, al iniciarse un feriado de seis días por Carnaval, que le ha restado impulso a las manifestaciones desatadas hace tres semanas y que se han cobrado 14 muertos.
Entre 2.000 y 3.000 personas se reunieron en el barrio de Chacao, en el este de Caracas, para rechazar una vez más la inseguridad, la escasez de productos básicos y la alta inflación que azotan el país, así como por los muertos, heridos y detenidos que han dejado las manifestaciones.
La protesta, convocada bajo la consigna «Ni un muerto más», se desarrolló en la calma, pero posteriormente se desataron enfrentamientos cuando unas 200 personas tiraron piedras a fuerzas antimotines en momentos en que intentaban bloquear una autopista que conecta la capital de punta a punta. Los agentes los dispersaron con gases lacrimógenos, constató un fotógrafo de la AFP.
De su lado, varios miles de chavistas esperaban en el centro de la capital la llegada del presidente Nicolás Maduro, que presidirá un acto para homenajear a los muertos que dejó el Caracazo, como se conoce la insurrección que tuvo lugar entre el 27 de febrero y el 8 de marzo de 1989 contra un ajuste económico decretado por el entonces mandatario socialdemócrata Carlos Andrés Pérez.
Cifras oficiales de la época estiman en 300 los fallecidos, mientras que investigaciones independientes apuntan a 2.000.
Vistiendo de rojo, el tradicional color del chavismo, los seguidores del gobierno cantaban y bailaban las canciones que acompañaron la última campaña presidencial de Hugo Chávez en 2012 y algunos portaban pancartas en las que se podía ver la cara del fallecido mandatario y leer «El 27F es el día en que el genio salió de la botella».
– Diálogo por la paz con ausencias -. Varias ONG denunciaron violaciones a los derechos humanos por parte de fuerzas antimotines durante las protestas.
El Foro Penal Venezolano dio cuenta de 33 casos, mientras que la Fiscalía General dijo que se estaban investigando doce denuncias formales.
El miércoles cinco agentes de los servicios de inteligencia entraron en prisión preventiva por las dos primeras muertes de estas protestas el 12 de febrero en Caracas.
Ante la ola de protestas en todo el país, Maduro -que derrotó por estrecho margen en abril al opositor Henrique Capriles- instaló el miércoles un diálogo nacional con empresarios, religiosos y jefes de gobiernos locales.
Capriles declinó participar al calificar el encuentro de «comparsa», al igual que la variopinta coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El presidente consideró que en Venezuela ha ocurrido «un conjunto de eventos violentos que han impactado a la sociedad». «No podemos esperar que los eventos escalen (…) para en circunstancias de gran conmoción nacional llamarnos a hablar».
«Nuestro país no está bien presidente, nos estamos matando entre venezolanos y eso es grave. Usted tiene una responsabilidad; como jefe de Estado es el primer responsable de calmar los ánimos», advirtió por su parte Jorge Roig, presidente de la empresarial Fedecámaras, crítica del chavismo y acusada de apoyar intentonas golpistas.
El analista político Luis Vicente León criticó la ausencia de la oposición, ya que era la oportunidad para establecer un «espacio donde puedes protestar y también proponer pacíficamente».
Los obispos católicos también participaron, precedidos por un llamado del papa Francisco en favor de «la reconciliación nacional».
Maduro se refirió además a su voluntad de mejorar las relaciones con Estados Unidos, al recordar que designó a un embajador, y llamó a Washington a formar una comisión para iniciar los primeros contactos en vías de un acercamiento recíproco.
Caracas y Washington carecen de embajadores desde 2010, lo que no ha impedido que Estados Unidos siga siendo el principal cliente del petróleo venezolano y uno de los principales abastecedores de alimentos e insumos a un país con escasa producción local.
– Origen de las protestas. Las manifestaciones comenzaron el 4 de febrero en la occidental San Cristóbal con una protesta estudiantil por la inseguridad luego de un intento de violación en un campus universitario.
En un país con una matrícula de 2,6 millones de universitarios, las manifestaciones fueron extendiéndose a otras ciudades, movilizando en su punto más caliente a varios miles de manifestantes por día y con la adhesión paulatina de los dirigentes opositores radicales.
Estos grupos, calificados por el gobierno como golpistas y liderados por el encarcelado Leopoldo López y la diputada María Machado, impulsan bajo el lema «La salida» la táctica de ocupar la calle para forzar a Maduro a dejar el poder.
A partir del 12 de febrero comenzaron a registrarse al término de las manifestaciones incidentes entre grupos enmascarados salidos de las marchas opositoras, unidades antimotines acusadas de represión desproporcionada y grupos armados no identificados que atacaban a los manifestantes.
