Provocaciones presidenciales

Provocaciones presidenciales

Ahora que militares hondureños recurrieron a la fuerza contra el hoy errante Presidente Zelaya, cuyo accionar había provocado acusaciones de otros poderes del Estado y de su propio partido sobre violaciones constitucionales que lo hacían susceptible de juicio y sanciones políticas, se pone de manifiesto el cuidado que deben tener los gobernantes para no despertar deseos dormidos de apostadores consuetudinarios de la violencia.

El Presidente Balaguer por ejemplo, que ha sido tomado como referente por mandatarios dominicanos que le han sucedido,  constituyó un ejemplo del cuidado a tomar para no crear provocaciones; evitando cada detalle emanadores de inconformidades, en gobernantes y gobernados, que pudieran alimentar el ego reprimido de la fuerza.

Observaba la legalidad, formalidad y el ceremonial por lo cual procuraba siempre el control del Senado, de la JCE y la Suprema.

Día a día atendía la situación general del país, de orden público y seguridad, y prestaba atención, en ocasiones con temor, cualquier conato de huelga o protesta, llegando, para contrarrestarlas, hasta a identificarse con ellas.

Igual hacía con las finanzas públicas que ciertamente llevaba en libretita. Se molestaba cuando funcionarios anticipaban impuestos que produjeran inquietud o aumentos de ingresos concitadores de mayores demandas populares. Daba seguimiento continuo a lo que anunciaba para evitar promesas incumplidas. Procuraba distribuir sus obras equitativamente en cuanto a población y territorio.  Prefería las inauguraciones a los anuncios o primeros picazos de proyectos, sobretodo de las grandes obras.  No había  noticia de primera página adversa al gobierno que no generara un reclamo inmediato de explicación a sus funcionarios. Cuidaba el mínimo detalle o crítica a sus colaboradores, llegando a enrostrarle, directa o indirectamente, la no rendición de cuentas.  Y la corrupción  se detenía “en las puertas de su despacho” o conllevaba sanciones inmediatas de destitución cuando constataba informaciones que sugerían involucrarlo personalmente. 

Constituyen provocaciones seguir archivando sin sanciones  escándalos de corrupción detectados por la prensa frente a las narices de complejas burocracias de ética y combate;  ignorar promesas presidenciales por funcionarios  indolentes ante desgañites ciudadanos; dar primeros picazos para paralizar después o anunciar proyectos que no se ejecutan, frustrando reclamos populares; preocupar con festivales de endeudamientos y amenazas tributarias para gastarlos en provincias privilegiadas mientras otras son descuidados; desentenderse de la realidad económica, ambiental y de salubridad que vivimos; ignorar amenazas huelgarias sin ponderar su efecto detonante; obviar trámites constitucionales de endeudamiento para justificarlos y romper canales jurisdiccionales – territoriales en el manejo del Estado.

Estas provocaciones constituyen gotas que pueden rebosar la paciencia ciudadana y provocar a quienes suelen pescar en aguas revueltas de desorden y violencia.

Publicaciones Relacionadas