Próxima unificación china

Próxima unificación china

UBI RIVAS
Las noticias del día 8 del presente mes informaban que el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, anulaba las relaciones diplomáticas con la República de China en Taiwán (ROC, siglas en inglés), para formalizarlas con China Continental.

La decisión del presidente tico es asaz relevante por cuanto Costa Rica fue siempre, junto con nuestro país y Paraguay, los tres que primeros apoyamos sin reservas al generalísimo Chiang Kai-shek cuando actuaba en el Continente, así como cuando decidió abandonarlo y establecerse en Taiwán en 1949 y fundar la República Nacionalista de China.

El generalísimo Chiang tremolaba los principios republicanos del primer presidente Sun Yat-sen de 1910, cuando fundó la primera república de Asia, y Chiang fue su firme secundador a pie juntillas siempre.

Asesta un severo golpe a la ROC la decisión del presidente Arias considerando que de 192 países que conforman las Naciones Unidas, Taipei solo dispone de 24 socios y/o aliados que lo reconocen y sostienen relaciones a nivel de embajadas.

La actitud del presidente Arias, por demás, podría desencadenar, por vía de consecuencia de la convicción íntima de los restantes 23 colegas suyos que sostienen relaciones diplomáticas con Taipei, en una suerte de teoría del dominó, proceder idéntico, es decir, ir paulatinamente anulando las relaciones diplomáticas, vale decir, el reconocimiento, y dejar al pairo a Taipei en su porfía divisionista.

Es, al parecer la estrategia correcta que acciona Pekín para invisibilizar en el contexto de su puja por la independencia a Taipei, estimando que un país sin ninguna representación diplomática es punto menos que nada, una caricatura de país, con todo y sus 23 millones de habitantes, su clasificación de 24 polo de desarrollo del mundo y sus US$250 mil mm/año del PIB.

Es que la porfía de Taipei en relación al divisionismo que sustenta es más bien, si se trata con objetividad el tema, más pirotecnia verbal, en lo cual, ambas versiones, los chinos son pioneros en la primera y proverbiales en la segunda.

No puede argumentarse la argucia del iluminado Deng Xiao-ping, con todo y su exceso abominable de Tian An Men de 1989, en su tesis «Una China, dos sistemas», porque Taipei no puede adoptar ahora el comunismo que fue su base de lucha original contra Mao Tse-tung, y la vía de la economía de mercado fue la estrella polar fundamental de Chiang.

Estrella fundamental ayuntada como estrategia que le valió desde siempre el respaldo tanto del presidente Franklin Delano Roosvelt como de Harry Truman, ya en el debut enervante de la Guerra Fría, cuando la VII Flota de Estados Unidos estuvo por muchos años estacionada en el Estrecho de Formosa, como una advertencia clara a Mao de que no podría osar agredir al principal pupilo en el Extremo Oriente de USA, luego de Japón.

Por demás, desde 2006 se inició un vuelo diario que conecta Pekín-Taipei y en los suburbios de la industrializada Shanghai emerge una suerte de Sillicon Valey con capital netamente taiwanés, entonces ¿de cuál divisionismo y cuál posible conflagración entre chinos es que hablamos?

Desde hace unos años el suscrito ha estimado que para las Olimpíadas del año próximo que se verificarán en la otrora Ciudad Prohibida, alborotando inclusive los fastos del mausoleo que guarda los restos mortales del Gran Timonel que de paso se llevó de encuentro a 23 millones de sus súbditos, la reunificación de las dos China será un hecho, sin disparar un solo tiro y con una estruendosa ovación que repercutirá en el mausoleo del Tio Chou En-lai, que no brilló más porque Mao lo eclipsó. El régimen poco transparente (ganó la reelección por fraude) del presidente Chen Sui-bian, en estos momentos, tiene que haberse reunido ya con el Yuan Legislativo para adoptar una política coherente ante los signos finales de la ROC que ya se atisban.

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