El Congreso de RD es uno de los más costosos de Centroamérica y el Caribe

Aunque la República Dominicana tiene 177 años de fundada, en más de una ocasión siento que todo está por hacer. Ningún problema fundamental está resuelto: salud, educación, energía eléctrica, agua potable, sistema de transporte … en todo aún falta garantizar acceso.

Sin embargo, es innegable que en los últimos meses se ha avanzado en el urgente y necesario camino hacia la institucionalidad, pero la de verdad, no simplemente la del papel, esa que abunda en el país, rica en terminologías modernas, profusa en enunciados de leyes, pero ausente en la práctica.

Se ha avanzado en la conformación del Ministerio Público (pero todavía tiene algunas extremidades podridas), de la Junta Central Electoral y, más recientemente, de la Cámara de Cuentas, con personas que no salieron del Comité Central de ningún partido, por lo que no tendrían que deber favores u honrar compromisos con sectores políticos partidarios, práctica que en el presente y en el futuro ameritará investigaciones.

Obviamente, este proceso, y es lamentable que así sea, no ha emanado de ningún partido político, sino más bien que responde a un fuerte reclamo ciudadano que en un momento se vistió de verde y en otro de negro para rechazar la corrupción y la impunidad y demandar justicia.

No obstante, el camino es largo y la noche corta, y aquí apenas se han hecho pininos, insuficientes todavía para la deuda histórica acumulada con la institucionalidad y la justicia pendiente.

Empero, es válido cierto nivel de optimismo porque en este proceso el músculo ciudadano está cada vez más fuerte. Y eso es bueno porque aún queda mucho trabajo por hacer. Precisamente pienso que una próxima parada obligatoria de esa ruta por la institucionalidad debe ser el Congreso, máxime la Cámara de Diputados, porque aún allí persiste y está muy anidado el tigueraje político contra el cual se ha manifestado la sociedad dominicana.

Algunos de los legisladores/as no han entendido el deseo y la demanda de cambio de la sociedad y están ahí haciendo más de lo mismo: truchimanerías, amarres, pactos de aposento, y disfrute absurdo de privilegios irritantes….

Estudios realizados en el pasado por el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES), el Latinobarómetro y la revista Forbes han señalado al Congreso dominicano como uno de los más costosos de Centroamérica y el Caribe y uno de los que tiene menor confianza en la región.

El comportamiento con las causales, el barrilito, las exoneraciones e inicialmente con la Defensoría del Pueblo y la Cámara de Cuentas, indica que actualmente la cosa no es muy distinta.

Por eso, ahora es más válido que nunca veeduría social hacia ese organismo, que muchas veces luce como retranca, como principal obstáculo en la larga carrera hacia la institucionalidad y la justicia dominicanas.