Tras una andanada de vista pública este lunes en la sede del Congreso en la que resonaron objeciones, el Proyecto de Código Penal continuó bajo enérgico reparo de especialistas que aun admitiendo aspectos positivos de actualización, atribuyen al texto contener contradicciones, ambigüedades, omisiones, disposiciones innecesarias que confunden para su aplicación por estar en otras leyes y «falencias», que gramaticalmente significa «errores y engaños». Aquello que a expertos parece idóneo en los propósitos de reforma, no lograría legitimarlos por completo ante representativos núcleos sociales y de organizaciones pro derechos de la mujer. Un proyecto ya juzgado y condenado por un sector de la opinión pública que debe ser escuchado nuevamente y que lo visualiza como expresión de retroceso con aspectos que acentuarían los perfiles medievales de la versión actual, considerada hasta ahora el colmo de las obsolescencias.
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Lo exhaustivo de la evaluación a que estuvo sometido el proyecto ayer resultó impresionante al auditorio de Almuerzo del Grupo Corripio implicando un llamado a profundas reflexiones. Preocupa que la mayoría congresual que auspicia la versión que conturba no pusiera oportuna atención a alertas y recomendaciones de maestros del derecho; materia agudamente ajena al común de los legisladores. Esto en interés de evitar que errores, desaciertos y regresiones alcancen aprobación. El país tendría tiempo de evitarlo, lo que ya estuvo a punto de ocurrir a todo vapor.