Proyecto de desarrollo en
vez de reformas coyunturales

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TEÓFILO QUICO TABAR
Las llamadas reformas fiscales, tributarias o arancelarias que hemos tenido, muchas por cierto, lamentablemente son la más clara evidencia de que los sectores de poder, incluyendo lógicamente políticos y gobierno, han actuado con miopía. Solo han buscado soluciones parciales a problemas del momento. Salir de un atolladero coyuntural y ganar tiempo. El inmediatismo, la poca visión de futuro y de conjunto, han prevalecido en esas llamadas reformas.

El país, los dominicanos, la nación, no han sido el elemento común cuando de reformas se ha tratado. Las presiones de los organismos internacionales acompañadas de las necesidades de los grupos de poder, han sido las verdaderas promotoras de los diferentes proyectos, pero por la poca visión de los actores, los efectos de las mismas, si bien le han podido resolver algunos problemas, ha sido por muy corto tiempo. La mayoría de los dominicanos o la nación como proyecto han estado ausentes en esas reformas y han tenido que conformándose solo padeciendo o participando de sus efectos.

Se podría decir sin mentir, que hasta la fecha, lo único que se ha logrado con esas llamadas reformas es extender el problema y alargar la agonía. Lógicamente que también han servido de manera inequívoca para beneficiar determinados sectores que estando bien pasaron a formar parte de los que están mucho mejor. Otros que estaban más o menos bien pasaron a estar más o menos mal, mientras que los que estaban más o menos mal han desaparecido o están en vía de ello.

Es una verdad irrefutable que cada vez se requieren más recursos para hacerle frente a los problemas y a las necesidades que demanda la población, pero esa es precisamente la cuestión medular del problema, que aunque la población ha sido sacrificada con tantas reformas y nuevos impuestos, alegándose en cada una de ellas que son fundamentales para resolver los problemas, estos, en vez de disminuir han aumentado.

En el idioma o lenguaje que usted quiera, eso significa que las reformas han sido ineficaces o que sus ejecutores no han podido o no han sabido hacerle frente correctamente y resolverlos. No importan las circunstancias o subterfugios que se aleguen. Sencillamente a la población se le ha sacrificado, porque ni han mejorado su nivel de vida, ni las necesidades han disminuido, mucho menos desaparecido. Los problemas continúan creciendo y requiriendo cada vez más recursos, lo que quiere decir, más impuestos. Es una cadena sinfín.

Hay que recordar además, que la mayoría de las reformas se han realizado en momentos inoportunos, en los que han prevalecido más las motivaciones políticas que las de hacerle frente de manera seria y real a los problemas nacionales. Precisamente esas motivaciones políticas, de las que no han estado ausentes los organismos internacionales, porque la mayoría de sus técnicos provienen del seno de alguna organización del país de donde proceden, son las que han matizado las posibles reformas, acondicionándolas como decía antes, a resolver problemas coyunturales, para conveniencia de alguien o para un proyecto en particular, quedando el país a merced de ellos.

Los dominicanos que viven de ingresos fijos, trabajos a destajo, pequeños negocios o empresas, talleres, chiriperos. Los profesionales y técnicos son los que mayormente han padecido las reformas. Por eso no confían en que los resultados de éstas serán diferentes a las anteriores. Se ha ido perdiendo la fe. Los servicios no mejoran mientras el dinero alcanza menos. Solo mejora un grupo mientras la mayoría empeora.

Para devolverle la credibilidad a la gente, habrá que reformar las reformas. Variar los esquemas y los métodos. Equilibrar los impuestos. Abaratar las cosas y aumentar los ingresos. Resolver los problemas prioritarios y esenciales. Suprimir lo que no sea fundamental para una vida digna y decente. Se que eso tiene un costo que difícilmente los políticos, los gobiernos y los que han disfrutado del poder lo vayan a sacrificar. Pero habrá que hacerlo o imponérselo.

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