La diputada Faride Raful (PRM-DN) ha elaborado un proyecto de ley con el propósito de reducir el exagerado tamaño del Estado, eliminando un paquete de instituciones colaterales innecesarias, mientras otras propone acoplarlas a departamentos centrales.
Desde tiempo atrás un buen número de economistas, políticos, cienciólogos, sociólogos y comunicadores, propiciamos por reducir el tamaño descomunal y pernicioso del Estado dominicano, que dio origen a que dos enormes edificios públicos denominara el vulgo como El Huacal y El Huacalito, sinónimo de las desproporcionadas botellas de empleados que nada aportan al desenvolvimiento de la burocracia, hipertrofiada, inútil, porque sobra.
En una ocasional visita a cualquier departamento estatal comprobamos el dicharachero, el chernaje, radios por doquier con música y noticieros a inapropiado volumen para una oficina, marchantas vendiendo ropas, carteras, lentes de sol, sobre todo los días 25, un pandemónium propio de la permisividad que han permitido todos los gobiernos post-Trujillo.
Sigue como un contrasentido las existencias de CORDE sin industrias, una colosal dicotomía: INESPRE que colapsó su rol hace tiempo y ha debido ser un departamento del Ministerio de Agricultura, idéntico a un sinfín de llamados institutos, Tabaco, IDIAF, Uva; Superintendencias de Bancos y de Seguros, cuando hay un Banco Central.
La multiplicación de departamentos innecesarios drena recursos enormes, que ahorrados, podrían revertirse en cobertura social y reducir la morbosa, peligrosa e irresponsable carrera de endeudamientos que caracteriza, entre otras lacras, al PLD.
Esa estructura anómala ha persistido más del tiempo permisible como una de las abominaciones de la reelección como demografía adepta a ese propósito altamente cuestionable y proditorio, y es una de las razones por las cuales las elecciones para cambiar producen efectos altamente redituables al país, superando la reelección, otra lacra del PLD.