Hoy es tercer domingo de mayo. Faltan 370 días para aquel tercer domingo de mayo 2012 cuando elegiremos nuevos gobernantes.

Encuestas recientes muestran una correlación de fuerzas PRD–PLD-PRSC del orden del 40-30-10%  respectivamente; quedando un 20% de indecisos e inclinados hacia otros movimientos.

Pero esta correlación depende de incógnitas que pueden modificarla. Sobre el PRD gravita su capacidad de sostener y acrecentar el entusiasmo alcanzado dentro de una larga campaña electoral en que enfrentará muchas tentaciones provocadoras de  imprudencias y exabruptos. Sobre el PLD, la ausencia  reformista y el comportamiento final de deseosos y propulsores de la reelección del Presidente y su gobierno ante su decisión de no postularse y asumir actitud de arbitraje y neutralidad con las consecuentes repercusiones en la repartición de beneficios gubernamentales.

Para mayo 2012 la ecuación pudiera pues  sufrir profundas recomposiciones. El PRD puede descender si deja inducirse por tentaciones resbaladoras de tacto y prudencia, en discurso y procederes; al igual que el PLD con la neutralidad de Leonel Fernández y su gobierno, y sin el consecuente apoyo reformista.

Experiencias nacionales, como la del mismo  Hipólito Mejía hace un año al presente, demuestran la mutabilidad de las preferencias electorales hacia el ascenso. En Colombia, en apenas meses, el Partido Verde liderado por Antanas Mockus llegó a un  segundo lugar. Experiencias internacionales como las recientes elecciones peruanas demuestran que un candidato fácilmente puede caer prontamente de la cima al abismo  mientras otros ascienden de la sima a la cúspide con la misma rapidez.

El PRSC renovado y aglutinado en una propuesta firme y auténtica, con “ganas y garras para gobernar” como propugnó Aznar para que el PP español se hiciera grande, diseñando e implementando líneas  coherentes con su realidad presente, con fe y confianza en sí mismo en lugar de la doble agenda que prima en algunos dirigentes y aspirantes, con candidatos como mandan sus estatutos –“de comprobada convicción reformista”-, abandonando  metas pusilánimes de reclutamiento  y fijándose otras proporcionales a la dimensión del mercado electoral, ampliando su abanico dirigencial al sin número de voluntades deseosas de participar hoy frenado por temores de desplazamiento prevalecientes en determinadas instancias de la organización; tiene oportunidad de recuperar su posicionamiento como segunda fuerza partidista del país y convertirse en opción de poder.

Sobre todo si recuerda, asimila, practica y predica aquellas admoniciones de su fundador relativas a que el PRSC “no patrocina la revolución…violenta…ni la continuidad progresiva…como lo desean los grupos de ideologías conservadoras” sino que es “la única doctrina capaz de ofrecer soluciones prácticas para superar nuestra tragedia colectiva”.