PRSC: restitución y reversión del retroceso

PRSC: restitución y reversión del retroceso

 Percibimos júbilo ante la restitución pura y simple dispuesta por funcionarios reformistas luego de la sentencia del TSE ordenando “restitución de la condición de miembros y dirigentes” que habían sido excluidos. Muestra de ello es la reacción del lector electrónico de “El Día”, Manuel Enrique, quien escribió: “gánense el respeto del pueblo… formen un partido de verdad sin rencores… incorporando… la juventud, orientándola, porque… cómo se formen dependerá la suerte de esta patria… y la supervivencia de nuestra República”.

No había que dar vueltas para esa restitución por emanar de órganos y decisiones inapelables, según Constitución y leyes auspiciadas durante la administración Fernández. Los favorecidos solo tenemos que reasumir funciones suspendidas mientras se agotara el proceso. Los perjudicados debieran admitirla y cerrar ese capítulo de la historia del partido para evitar la generación de ruidos y escarceo que obstaculicen el cumplimiento de  responsabilidades presentes del reformismo.

Así los reformistas estaríamos dado un ejemplo armonioso dentro del clima de confrontaciones predominante en partidos y otras instancias de nuestra sociedad; clima que obstaculiza la sostenibilidad, eficacia y eficiencia, social y económica, de nuestra democracia; en momentos que está a prueba por enormes dificultades económicas, sociales, institucionales y morales.

Todo rechazo o aceptación a regañadientes de lo sentenciado por organismos competentes del Estado coloca piedras en el camino a la capacidad del PRSC para promover la recuperación del progreso que implantara hasta 1996, interrumpido por políticas implantadas  durante los últimos años, según evidencian cifras  internacionales y nacionales.

Los Informes de Desarrollo Humano elaborados por PNUD demuestran que el país degradó su nivel en un 2% al pasar del IDH/1996 de 0.701, al presente IDH/ 2011 de 0.689.

Nuestra economía es hoy menos auto-suficiente al satisfacerse más necesidades nacionales con  importaciones: el déficit en balanza de pagos per cápita es 15 veces superior que en 1966. Esta mayor dependencia externa se origina en insuficiencia productiva agrícola e industrial que redujeron su participación en el PBI en 10% debido a triplicación de costos financieros, incrementos impositivos del 60% y descuidos en  infraestructura de gobiernos que invierten 2/3 partes de lo invertido hasta 1996.

La dependencia también es financiera: El porcentaje de gastos financiados con préstamos es 18 veces más que 1966 y los préstamos e inversiones para financiar balanza de pagos han triplicado  el pago de intereses y utilidades.

No en vano en reciente consulta tripartita FMI-OIT-GD se reconoció que: “pese a un crecimiento sostenido en los últimos años, el país  no ha podido lograr bienestar colectivo”.

Nada debe pues distraer atención del reformismo contemporáneo que no sea propiciar políticas que recuperen el progreso impreso hasta 1996.

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