Píndaro está recogiendo sus bártulos para ponerlos en su mochila e iniciar su nueva aventura en playas extranjeras… Mira a todos lados… Chequea un par de tenis y una boinita que le va de lo más bien… Se mira en el espejo y se burla de sí mismo… En el otro lado de la ciudad, Herminio está en los mismos afanes mientras coloca una maletita que pueda llevar todo el tiempo con él, pues –y sin saber que Píndaro estará en una aventura paralela- ha sido invitado a pasar dos días en la ciudad del arco, Saint Louis…
Casi llegando al aeropuerto, un techo mamey cubre muchísimas cabinas frente a las que hay todo tipo de vehículos que tratan de hacer efectivo su peaje… Píndaro ha visto que su motoconcho tiene un sellito blanco, mientras el que lo guía lo encamina hacia una línea a la izquierda de todos los accesos de pago… Justo al mismo tiempo, un vehículo casi se les tira encima… Es Herminio… Han coincidido en la acertada decisión de tomar las vías del Pago Rápido para no perder su acceso a sus vuelos… Como por arte de magia, ambos giran sus caras y se miran con asombro… Píndaro le ofrece una sonrisa mientras Herminio mueve su brazo derecho y le saluda…
Ambos se apresuran a desmontarse en la terminal y se dan un fuerte abrazo… Sin pensarlo dos veces se abrazan y, para su sorpresa, se dan cuenta de que… ¡estarán en el mismo vuelo!… Alegres se encaminan a chequearse y, una vez llenado sus trámites, entran a Migración de Salida completando satisfactoriamente su papeleo… Felices se dirigen a la puerta de salida… Chequean sus relojes… Están apenas a una media hora del abordaje… No bien se dan cuenta de su corta espera pendiente, justo al lado de ellos pasan unos seis empleados – de ambos sexos- guiando cada uno una silla de ruedas ocupada por jóvenes señoras que sonríen y conversan entre sí y colocan sus brazos y manos sobre una pequeñas maletas, en las que parecen llevar parte de sus preciadas pertenencias…
Píndaro y Herminio, dos curiosos al fin, se espantan al escuchar los temas conversados… ‘¿Fuiste al salón antes de venir pa’ca?’ –decía una-… ‘¿Jamás vuelvo a entrar a un avión caminando!’- exclamaba la otra-… ‘Esto lo inventaron para viajar cómodos’ –expresaba una, cuya silla de rueda viene rezagada… Ambos no acaban de salir de su asombro, cuando alcanzan a divisar otro grupo de empleados de un departamento de asistencia al viajero en el aeropuerto, que traen consigo –esta vez- a siete nuevos pasajeros –ahora hombres y mujeres-… Por igual, sonrisas con desparpajo y ojos que se esconden detrás de lentes oscuros…
A sólo 10 minutos de abordar, ya hay ¡Veinte sillas de ruedas con pasajeros!… “Por favor, los pasajeros con niños, y los pasajeros que requieren ayuda especial, procedan a abordar por la línea de Priority” –se escucha una dulce voz femenina por el altoparlante de la puerta de acceso al avión-… “Luego, procederemos a abordar por grupos, empezando por el Grupo 1 con los pasajeros en el área de Negocios…”-termina diciendo-… Herminio se adelanta a ver qué pasa con los ocupantes de aquellas sillas y, cuando asoma su cabeza al fuselaje, ve con asombro a todas caminando tranquilamente y colocando sus maletitas en la parte superior de sus asientos… ¡Han penetrado al avión primero que todos y han asegurado sus lugares para equipajes!…
Una vez Píndaro hace su entrada, no hace sólo pasar al lado de Herminio y le susurra algo al oído… En todo el vuelo hacia su destino, ambos sólo esperan el final del vuelo y, en menos de lo que canta un gallo, han llegado… Es Herminio quien toma la iniciativa… Tan pronto pisa territorio extranjero, se dispone a colocarse a un lado del trayecto de salida del avión… Mira a su alrededor y ¡únicamente DOS SILLAS DE RUEDAS esperan para asistir a los pasajeros que realmente así lo han solicitado por su verdadera discapacidad!… Al rato, aquellos pasajeros que habían ingresado cómodamente con todo y su equipaje en Santo Domingo, ahora caminan libremente, sonríen y conversan algunas de ellas entre sí…
La curiosidad de Herminio y Píndaro ha llegado a permitirles descubrir ¡la nueva forma de viajar en RD!, y una nueva forma de burla a los que realmente debemos respetar por su condición de discapacidad.