Habían pasado varios años, los suficientes para darse cuenta que su vida interior no andaba bien del todo. La inseguridad que le invadía en su adolescencia, de repente, volvió a hacer acto de presencia. Todo empezó el domingo 8 de febrero, en la mañana para ser exacto. Comenzó a buscar manchas de esperma en la ropa interior, registraba carteras, celulares, correo electrónico. La semana siguiente todo fue peor, volvió la inseguridad, una angustia se apoderó del pensamiento y del cuerpo, sintió que perdía lo suyo. “La calle está llena de mujeres roba marío”, decía. Llamaba varias veces al trabajo, al celular, nada lo veía con transparencia. Apenas llegaba la pareja y lo saludaba con un fuerte abrazo, lo olfateaba en busca de un perfume extraño, le miraba, haciéndole pequeños cortes, de cabeza a los pies; buscando el cabello extraño, fingía estornudar, “préstame tu pañuelo”, sigue en blanco, decía en sus pensamientos.

La duda deambula en su mente y por todo su cuerpo, pese a que todo estaba bien, seguía con el temor de perder lo que se tiene, la angustia de compartir lo suyo, lo que le pertenece, “lo mío”, la certeza de poseer el ser amado en su totalidad, a eso se le llama celos. Los celos convierten a las personas en esclavas, no importa el sexo, ni la edad, cuando llegan secuestran los sentimientos, las emociones, decrecen la racionalidad y desbordan las pasiones. ¿Qué son los celos? Es un temor fundado o no, en que la persona que satisface nuestras necesidades pueda abandonarnos, en beneficio de la otra persona. Sin embargo, algunas personas confunden los celos con la envidia. Los celos, es querer retener lo que ya se tiene, mientras que la envidia es querer tener o poseer lo que el otro tiene, ya sea poder, dinero, estatus, belleza, personalidad, etcétera. En los celos hay inseguridad, angustia de separación no resuelta, miedo al desapego, a las emociones descontroladas, asumiendo actitudes egocéntricas y, sobre todo, mucha dependencia afectiva.

El amor de los celos es más pasional, posesivo y enfermizo cuando llega a la irracionalidad. O sea, para el celoso (a) existe un temor de abandono, un rival que acecha, una noche que traiciona y una instintiva sospecha de que el que duerme al lado sueña con su amante. Los celos enferman, a veces nos victimizan, y otras veces nos devoran. Pero, la culpa no es de los celos, sino de la psicología que utilizan para adueñarse de la personas.

Pero buena verdad que existen patologías y personalidades que tiene mayor riesgo de padecer de los celos, como son: El trastorno paranoides de personalidad, personalidad dependiente, los límites, las histriónicas, la persona con baja auto estima y pobre auto-concepto. Siempre se ha hablado de los celos, de su condición socio cultural y de la psicología del celoso como un ser humano inseguro, de baja autoestima, vulnerable en su propia estructura del “yo” de la personalidad. Alguien capaz de asumir y de elaborar sus propias inferencias internas, hasta llegar a la condición patológica de asumir lo que piensa como algo real, sin juicio crítico y, sin poder utilizar la capacidad discriminativa de sus propios pensamientos.

La psicología de los celos ha hecho pedazos la vida de cientos de parejas, han destruido familias y ha producido femenicidios y muertes pasionales; pero también, los celos son causa de violencia y maltratos psicoemocionales. Los celos han puesto de rodillas el proyecto de vida de cientos de personas .Solamente buscando ayuda, trabajando las emociones, los sentimientos, los impulsos, y relaciones afectivas que se asumen bajo control de posesión irracional, pueden ayudar a los que padecen de la psicología de los celos. Sin embargo, una buena verdad es que la mayoría de quienes sufren de celotipia o de celo enfermizo o los que tienen personalidad paranoide, suelen no buscar la ayuda, llegando a arruinar sus vidas y las de sus parejas. En fin, los celos son actitudes emocionales negativas que dañan la vida y la socialización con otras personas.