Desde mucho antes de celebrarse las elecciones del 16 de mayo pasado estaba convencido de la diversidad de factores exógenos y endógenos que repercutían negativamente sobre el Partido Revolucionario Dominicano, con miras a la participación a los referidos comicios.
Hay que ver que en el plano internacional y de forma muy particular en nuestro continente ningún jefe de estado o de gobierno ha podido reelegirse en los últimos tiempos. Inclusive a los propios partidos de gobierno, aún apelando a la alternabilidad, presentando a otro candidato, se les ha hecho imposible, en la mayoría de los casos, retener el poder político.
Pero independientemente de las razones externas (que las hubo) el 90 por ciento de nuestra crisis económica descansó en las erráticas políticas implementadas por el gobierno del PPH. El propio presidente Mejía, días antes de las elecciones, admitió que en lo que toca a la tasa de cambio «no pegó una», refiriéndose a las medidas tomadas para «detener» el alza de la moneda norteamericana.
Dentro de un escenario tan adverso resultaba imposible el milagro de la reelección. Pero haciendo un análisis dentro de un marco de cierta objetividad hay que llegar a la conclusión de que las elecciones se perdían como quiera, aún llevando a cualquiera de los demás aspirantes presidenciales que tenía el PRD, porque es que con los altos niveles de inflación provocados por el gobierno del PPH «el daño estaba hecho» y repercutía en toda la organización.
Naturalmente, siendo Hipólito Mejía el político con la tasa de rechazo más alta, dato establecido por los resultados de las más prestigiosas firmas encuestadoras, es lógico que en ese momento era el peor candidato que podía presentar el PRD y que con cualquier otro se hubiese hecho un papel mucho mejor. Y el porcentaje hubiera sido mayor al 33.65.
Se desprende, pues, que la gran obra del presidente Mejía y el PPH, en las elecciones del pasado 16 de mayo, fue la de sellar la división del PRD, al imponer lo absurdo mediante malas artes y tirar por el suelo los principios históricos de esa entidad política, entre los que está, naturalmente, el antirreeleccionismo. )Qué resultado beneficioso pudo arrojar al PRD la candidatura del presidente Mejía? Ninguno. Y hasta ahora el PPH sólo ha producido resaca, frustración y división.
Los pepeachistas, en algunos casos procurando continuismo ()es bueno amasar exceso de poder, verdad?, son los únicos culpables de la división, porque si Hipólito no se impone como candidato, el PRD, aunque perdía como quiera, se hubiera alzado con un 40 por ciento ((y cuidado!), hoy estuviera unido y con amplias perspectivas de retornar al poder en el 2008.
El PPH destruyó todas esas posibilidades y la situación actual, en estos momentos, no proyecta un futuro promisorio.
La alternabilidad hubiese sido lo ideal, porque ya se anticipaban serios disgustos a todos los niveles jerárquicos del perredeísmo, debido a que Hipólito, aunque ganó con todo el partido, sólo gobernó con los miembros del PPH, familiares, compadres, agrónomos, galleros y jugadores de dominó, muchos de los cuales la gente vino a conocer el 16 de agosto del 2000, cuando fueron favorecidos con designaciones.
La carestía de los artículos y servicios que consume la población fue la causa principal de la derrota electoral, pero siempre hay quienes apelan a la gran diferencia que en término intelectual había entre la fórmula del PLD, Leonel Fernández y Rafael Alburquerque, y la del PPH, Hipólito Mejía y Fello Suberví. Es un dato que, aunque digno de tomar en cuenta, no fue determinante, por lo menos en este proceso.
De todos modos, en lo adelante, los partidos políticos tienen que cuidarse y no estar presentando candidatos que hablan con mala dicción y no saben coordinar las ideas, violentando las normas gramaticales. Los candidatos presidenciales futuros debían, asimismo, de dominar los temas principales del mundo de hoy, para así ponernos en consonancia, inclusive, con los avances intelectuales de nuestro país, donde ya cualquier joven de veinte y pico de años además de contar con una profesión universitaria tiene amplios conocimientos de informática y domina varios idiomas.
Pienso que Hipólito y Fello podrían ser candidatos en circunstancias muy favorables, que no era el caso de las elecciones del 2004, donde el partido ganara con cualquier candidato, como en efecto ocurrió en la contienda electoral de 1978, donde si el PRD presentaba a «Chochueca», Chochueca ganaba, porque la gente lo que quería era salir de Joaquín Balaguer y dejar atrás el gobierno de terror de los doce años.
Sería bueno analizar el futuro político del PRD, pero no es tan fácil, porque muchas cosas todavía están por definirse y eso, quizás, sería posible a partir del 16 de agosto. Habría que ver, además, en manos de quién termina el partido. Si el PPH termina adueñándose del PRD estaríamos presenciando la sepultura de ese gran instrumento político, que tanto con Bosch como con el doctor Peña Gómez supo hacer magníficos aportes al sistema democrático de la República Dominicana.
Por lo pronto se puede adelantar que pretender convertir a Hipólito Mejía en líder, con todo el respeto que me merece el jefe de Estado, es un invento del PPH que no tiene ni pie ni cabeza. )Líder de quién y de qué? Si el presidente Mejía participa como candidato del PPH y no del PRD apenas hubiera sacado un siete por ciento. Lo que pasa que el PRD es una sigla que pesa en este país, al ser una organización política tan tradicional y contar con una militancia hasta cierto punto romántica con esos símbolos.
El verdadero número de seguidores de Hipólito se sabrá después del 16 agosto. Ahí llegará a la conclusión de que su candidatura fue un grave error, porque dividió al partido, lo que pudo evitarse.