Pudor, pundonor y vergüenza

Pudor, pundonor y vergüenza

El día de las elecciones la dilecta amiga y escritora Violeta Yangüela compartió conmigo su entonces inédito escrito en torno a las disputas en los Estados Unidos sobre la ley de “cuarto de baño” y la identidad sexual.
Como todos sabemos, en los establecimientos públicos y privados también existen los baños para hembras y para varones, pero ahora se planean políticas públicas “afectivas” para que los recintos puedan ser utilizados por aquellas personas que haya elegido el sexo con el que se ha identificado. Esto es parte de los logros del Colectivo LGTB, que ciertamente se han posesionado de tal manera que nadie discute sus derechos.
En ese orden se me ocurre pensar en lo que para mí es de principio: el pudor. Me resistí siempre a dejarme ver desnuda de personas que no conozco, sean hembras o varones, por lo que me deja perpleja la discusión y que pronto tendremos al menos en Estados Unidos la referida “ley de baños inclusivos”.
El Pudor es un concepto de los humanos, el honor es la cualidad que nos lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto al prójimo y a uno mismo, y el pundonor está relacionado con el amor propio, con la vergüenza.
Parece que estos conceptos y valores son anacrónicos, que formaron parte del pasado y no solo en nuestro país, en el mundo también.
Si vemos lo que ha pasado en Brasil, donde según se afirma más del 60 por ciento de los congresistas que acusaron a la presidenta son cuestionados e involucrados en actos de corrupción, lo que se denuncia con las elecciones congresuales y municipales de nuestro país, las trapisondas para despojo de legitimidades, las componendas y otras actitudes que dejan al descubierto la falta de honor y de vergüenza de muchos.
En las reuniones familiares tratamos de enfatizar en el pundonor, es la manera de educar a los descendientes, para que sean responsables de sus actos, que se esfuercen para responder ante sí mismo y ante la sociedad, porque pese a la descomposición en la que vivimos alguien tiene que marcar la diferencia, porque no siempre será posible la impunidad.
Las sociedades atraviesan por males de crecimiento, pero llega el momento del ajuste, del reajuste y todos, absolutamente todos tendremos que auto regularnos y comenzar a aplicar las normas existentes o de lo contrario seremos un Estado fallido donde no se podrá vivir.
Es conveniente que el liderazgo político y económico entiendan que debemos aportar para que el lodo no se lleve todo, que no será posible la vida en un país donde el sicario tenga espacio para cometer acciones para sembrar el horror como en San Pedro de Macorís. No perdamos ante el prójimo el honor y la vergüenza.

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