Pueblo desorientado

Pueblo desorientado

Al leer los periódicos dominicanos, escuchar la radio o ver la televisión, tengo la misma sensación que cuando de niño giraba sobre el eje de mi cuerpo hasta perder el equilibrio, caer todo mareado por la tontera y ver el entorno dando vueltas, mientras mi estómago rugía por vaciarse. Lo repetía y lo volvía a hacer, porque en aquella locura, aún siendo de día, las estrellas se centuplicaban, nacían muchos soles que hacían gritar las pupilas y los planetas eran mis compañeros de juego, en los que me apoyaba, para evitar los topes con la luna, que de repente parecían inminentes y que no sucedieron nunca. Lo interesante era, que así, mareado y todo insistía en emprender de nuevo aquel viaje de maravillas, que me sacaba de la escuela, de la sastrería, de la academia de música, del bañarse en el río, de la cancha de volibol y sobre todo de los libros de texto.

Y repetía el viaje, porque a veces, volando invisible por las calles polvosas de mi pueblo, esquivaba con quisondas fantásticas los gruesos troncos de los árboles sin fecha y enlazaba con mi brazo poderoso, la cintura de la niña bella que me sorbió el seso, quien se me abrazaba feliz y temerosa, mientras su grito de placer hacía dúo con el canto de las hebras de su castaño pelo, que tañidas por los dedos del viento, emitía agudos sonidos que bailaban los luceros.

Luego, exhausto, me pasaban los días sin que mirara al cielo. No eran las horas tiempo ni el espacio infinito.

Quedaba desorientado.

A la perdida de la noción del tiempo y del espacio por fallas anatómicas o del sistema nervioso central, se llama desorientación. También sucede con los despistados o los que perdieron el rumbo.

En ocasiones, se llega a ese estado a causa de la confusión del individuo, inducida por la observación de acciones de factores externos dirigidas a este fin.

En este país, se practica como deporte desorientar sus habitantes.

Ocasiones hay, en que un garrapateador de cuartillas como yo, que escribe por divertirse y que aspira refrescar la vida de sus lectores, no encuentra tema que atacar, porque el producto, no entusiasma.

No hay modo que uno pueda sustraerse, a lo de hoy, porque aunque con letras diferentes, dicen lo mismo todos los días.

La política y su vertiente el chisme, sin dudas que apasiona a las masas y para eso, están los medios de orientación masiva.

Desde hace tiempo, la queja fraude se tañe en la lid política nacional y en todos los hemisferios, pero en estos días, la acusación está hecha entre miembros de un mismo partido, el PRD, que por su parte, fue impenitente acusador de sus contrarios en esa materia y se dio el lujo de llevar con oropel y música a los foros políticos más importantes del universo. El descrédito fue el fruto, que ahora se vuelve apuntando a su frente, como el juguete australiano llamado boomerang, que cuando se lanza, regresa a quien lo arrojara, que si no se cuida, resulta golpeado en la frente.

Los medios de comunicación masiva en el país, como regla general, están repletos de informaciones veraces o no, que provocan los mareos que describí al comienzo de este artículo.

Los líos de los partidos políticos, son la sazón de la información. Y si ellos están salpimentados con algún desliz personal, entonces, «si no quieres que se sepa, no lo hagas».

Las contradicciones entre sus dirigentes, esas si que son buenas. De esas si es que hay que decir. Y las respuestas que se «consiguen» en las grabadoritas que rozan los «hocicos» de esos «cerdos». ¡Cómo se la gozan!.

¿Y los recuerdos de las memorias?, Como se saborean de odio.

No me cabe dudas de que es buena mujer, pero recuerdo que mi esposa me dijo que en el salón de belleza se dijo que su prima, era muy amiga de un cura importante.

Hay en el Centro Olímpico un parque de diversiones. A ver, si entre sus mecánicas existe una de esas ruedas rápidas que producen mareos.

Recomiendo que asistan. Así aunque sea por minutos nos separamos de este infierno.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas