Pueblo noble y políticos mezquinos

Pueblo noble y políticos mezquinos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Las elecciones del pasado martes 16 volvieron a confirmar lo que es ya una constante en la celebración de los eventos electorales nacionales, en que el pueblo, cuando deposita sus votos, da muestras de una notable y admirable madurez democrática y cívica; por el contrario, los políticos dieron muestras de una mezquindad y desafío al deseo popular, queriendo modificar el comportamiento de los votos que no les favoreció.

Todas las angustias que han vivido los dominicanos, después de cada evento electoral, vienen determinadas por las protestas y pataleos de los perdedores, y más cuando se trata de los perredeístas, que en su elevado grado de mezquindad y de ambiciones, cuando se dan cuenta que el pueblo los rechazó, tratan de agitar, provocar movilizaciones y muertes para luego presionar por acuerdos de aposento a espaldas de la ciudadanía, para no quedarse fuera del pastel gubernamental.

Lo ocurrido, después del pasado 16 de mayo, fueron las crónicas de las protestas anunciadas. No fue extraño el grado de peligrosidad que alcanzaron los pataleos y amenazas, que llevaron a la muerte a muchos inocentes cuando las amenazas y pasiones se convirtieron en vías de hecho y muchas calles de los pueblos fueron escenario de tiroteos indiscriminados. Se buscó amedrentar a todo el mundo, y por medio de las amenazas, revertir el sentir popular cuando las grandes mayorías silentes continuaron el castigo a un partido y a sus aliados, después del desastre que representó para el país el cuatrienio del 2000 al 2004 sometido al gobierno del PRD.

El pueblo habló contundentemente, e incluso el porcentaje de abstención que se esperaba superaría el 50%, fue increíblemente menor debido a que había la intención de hacerle ver, tanto a los perredeístas como a los refomistas, el disgusto de la ciudadanía hacía las dirigencias de ambas agrupaciones que han dado muestras de todo, menos de ser los representantes de la ciudadanía, tanto en los cargos legislativos como en los municipales.

El pueblo, con su voto mayoritario a los candidatos del partido de gobierno, quiso confirmar que pese a las limitaciones existentes por la percepción de que hay limitaciones de la abundancia de circulante y de trabajo, al menos existe la convicción de que el trabajo de recuperación de la economía, llevado a cabo en los pasados 21 meses, es real y se han sembrado las bases para un despegue del proceso de desarrollo, que con un “Congreso para el progreso” se consolidaría la economía en un proceso que evite o amortigüe las grandes calamidades que atravesará el país dentro de pocas semanas, cuando se inicie la apertura con el CAFTA-DR.

Pero los políticos no entienden de esos problemas, que afectarán a la Patria, y se han sumergido en un proceso de malquerencias y de ambiciones frustradas, que en base a un malsana y peligroso, quieren llevar al país al caos. Se busca destruir lo logrado en los pasados 21 meses y hacernos retroceder a una época ya superada cuando se vivía aislado y con el imperio de la ley de la selva con los políticos haciendo y deshaciendo a su mejor criterio con tal de llenar sus bolsillos del dinero arrebatado al erario público. También del que se recibe en base a comisiones de los que buscan beneficiarse del dinero público.

Debido a lo opaca que fue la campaña política, precedente al 16 de mayo, todo el mundo se hizo la ilusión de que los resultados serían acatados por los perdedores, pero el clásico pataleo brotó con fuerzas por las vacilaciones de la peculiar Junta Central Electoral, que nació con su pecado original, como tan certeramente sentenciara nuestro Cardenal López Rodríguez, dio muestras de sus inclinaciones políticas y buscaban por todos los medios aliviar la gran derrota sufrida por sus mentores y padrinos. Estos, al igual que aquel peculiar personaje de la película de El Padrino, estuvieron reclamando adhesiones y pago de los favores que recibieron los miembros de la JCE cuando fueron investidos con esos cargos, que los elevó a una vida de lujos jamás soñados por algunos de ellos.

La ruindad de los políticos, que perdieron las elecciones del pasado día 16, han puesto en peligro la estabilidad nacional, sin darse cuenta, han sembrado las bases para que sus organizaciones no serán de la atracción del electorado en mayo del 2008, cuando se acuda de nuevo a las urnas a elegir al Presidente de la República. Para esa ocasión el electorado exigirá nuevas caras con ofertas creíbles y atractivas, que de seguro irían a competir con lo que es ya evidente, de que el actual presidente intentaría reelegirse, debido al excelente ejercicio del poder que lleva a cabo con dedicación, entereza y prudencia y de cómo mantiene su elevado nivel de aceptación popular.

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