Pueblo Viejo, mucho más que Barrick Gold

Pueblo Viejo, mucho más que Barrick Gold

Por mucho que se trille, hay que seguir trillando. Borrar toda huella malsana. Los malos surcos que va dejando a su paso Don Dinero, explotador, insaciable, corrupto. Por ello, cada buen dominicano, no importa su procedencia, su estatus social,  su militancia o ideología política debe luchar y ocuparse. Primero, de preservar la nación del engaño,  de espejitos que deslumbran. Así ha sido desde siempre. La vieja historia de nuestro pueblo contra la anexión a España, el arrendamiento de la Bahía de Samaná, y recientemente el intento de la Isla Artificial,  y de Los Haitises y la Cementera. Ahora la Barrick Gold,  experimentada empresa minera con malas mañas demostradas  y  antecedentes que preocupan.   

Con esa actitud nacionalista no se pretende atacar  la inversión privada. Su legítimo derecho a obtener ventajas y ganancias atractivas, siendo la inversión y la capacidad técnica y profesional unidas a ella, sea nacional o extranjera, impulsora de progreso tan necesarias como provechosa cuando se es transparente y se identifica con el desarrollo y  bienestar de la nación. Los recursos que la madre naturaleza ofrenda, son para ser explorados y explotados sabiamente,  sin que se atente con ello contra la propia vida.

Si la oferta es sana, bienvenida sea. Debe pasar a un segundo plano la tajada del León. Lo que la Barrica, bien intencionada, se lleve entre las piernas le reste al Gobierno como mal administrador del Estado, lucrándose para beneficio propio, es lo menos malo si se lograra superar el riesgo de muerte, la desolación, que afecta la supervivencia de Pueblo Viejo,  dejado  por la Rosario  con la complicidad de gobiernos irresponsables.

El descuido imperdonable para  la preservación de los bienes y riquezas del  Estado, dilapidados con voracidad insaciable por quienes están llamados a preservarla,  es y debe ser motivo de seria preocupación y debe primar en todo reclamo para que no se repita la historia. Es el empeño de la Barrica.

Demostrar que el contrato de marras,  alterado a su antojo e impuesto al Congreso, es lo mejor que puede sucederle a la región y país, los grandes beneficiarios. Qué bueno que así fuese.

Deberíamos todos empujarla en ese sentido, ya que su realidad parece inevitable. Se teme otro fraude y mayores complicidades. Al margen de la rentabilidad de la explotación minera, la eventual alza del precio del oro y de los sulfuros, y el valor justo del esfuerzo realizado.

Dada nuestra endeble democracia, lo maleado del sistema y de la clase política gobernante, y las tremendas limitaciones que caracterizan a nuestro pueblo, víctima de la ignorancia y de la explotación de un capitalismo mal entendido, salvajemente aplicado, somos escépticos.

Sin embargo, no muere la esperanza. Cada vez es mayor el esfuerzo que se visualiza desde la sociedad civil; cada vez lucen más compactas las voces y mejor organizados  y atrevidos esta  nueva cimiente, fuerza vigorosa que se levanta y reclama la  defensa de lo nuestro.

De nuestros valores nacionales, luchando contra la indiferencia y el desdén de los demás. Haciéndose eco de aquel noble mensaje del loco aquel que trepaba montañas, sembrando todo tipo de árboles, regando semillas por doquier, aunque otros fueran los se cobijaran bajo su sombra y otros recogieran sus  frutos.

Porque la vida es una sola y como proclamaba El Sembrador “hay que luchar por todos los que no luchan, hay que rezar por todos los que no rezan, hay que vivir sembrando, siempre sembrando”.

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