Pueblo y Estado

Pueblo y Estado

El postulado es: el Estado somos todos. Esa es la teoría, en la realidad todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros.

El martes se publican dos noticias que no tienen desperdicios: el Gobierno, representante del Estado, enviará la guardia a desalojar y cuidar el parque nacional Los Haitises. En un programa de televisión mi amiga Gloria Guerrero descubrió y publicó que las Fuerzas Armadas tenían un aserradero clandestino en Los Haitises.

Cientos de personas de Pedernales y sus alrededores ocupan los terrenos de Bahía de las Águilas para evitar que dos o tres tutumpotes (ricachones) se apropien de ellas, ahora que dicen que van a ser explotadas por el turismo.

En el primer número del desaparecido periódico El Sol, 26 de enero de 1971, publiqué un reportaje cuyo encabezado decía, cito de memoria: En poco tiempo los moradores de esta zona tendrán que hablar otro idioma para bañarse en las playas.

Aunque dicen que las playas son de propiedad pública intente, acérquese a ver si lo dejan entrar, si lo dejan bañarse, en cualquier costa donde alguien se adueñó de la tierra, del aire, del salitre, del canto de las avecillas y del derecho al usufructo de un bien supuestamente común. Vaya y no me cuente. Ya lo sé. 

Bordeando una montaña desde la cual se contempla toda la bahía de Mónaco le comenté a Miriam, mi mujer: esto es lo que más se parece a Bahía de las Águilas. Por supuesto, había que tener imaginación y sentido del desarrollo vial e inmobiliario.

La acción de resguardo de una propiedad pública por parte del Estado es legal. El Estado tiene mecanismos que le permiten regular, legalizar, normar, todo lo que puede ser fuente de conflicto entre particulares o entre particulares y la autoridad.

Al pueblo le corresponde velar por la propiedad pública porque un porcentaje de ella es su propiedad.

Los copropietarios de las tierras de Bahía de las Águilas las ocupan para que no se las roben, para que no sean tomadas por ricos inversionistas que les quitarán el calor, el color, las montañas, los peces, la belleza de los amaneceres y la hermosura de la despedida de la tarde.

Mañana, el Estado ordenará a su guardia que ocupe Bahía de las Águilas y la entregue a extranjeros que vendrán a ningunearnos, a impedirnos ver lo que es de todos, como si los dueños fueran ellos.

Como tengo una parte en Bahía de las Águilas, manifiesto mi desacuerdo con que echen a patadas a los dueños de esa región, que quieren preservarla para usufructo criollo. Sí, que se hagan las inversiones, que se descubra el diamante, pero que no se maltrate al pueblo, que no se use al guardia-pueblo, contra el pueblo. Nada más.

El Estado, a través el Gobierno, no debe actuar como una bota en el cuello del pueblo.

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