Si hay algo que deben tener en cuenta los grupos que propugnan por transparencia total en las funciones públicas como privadas, institucionalidad y todo lo que contribuya a que nuestro país pueda enrumbarse hacia un sistema capaz de ofrecer a la ciudadanía mejor calidad de vida, es la de que esa lucha no puede librarse solo contra el gobierno, sino que hay muchos factores que limitan esas posibilidades al margen de lo político y lo oficial, fundamentalmente porque los tradicionales grupos de poder enquistados en la mayoría de los sectores que actúan en la vida nacional, buscarán de cualquier forma mantener sus poderes, evitar que se produzcan cambios que alteren el status quo, perder su hegemonía de hacer y presionar para que sus privilegios no sean alterados.
Ahí radican las razones por que la cúpula del sector empresarial, aunque sin dejar ver por el momento todas sus prendas íntimas, haya manifestado preocupación por el sistema jurídico, luego de que el presidente, en su discurso del pasado 27 de febrero, expresara la posición del gobierno frente a la Barrick Gold, lo que ha merecido el respaldo de las mayorías, incluyendo sectores políticos de oposición. Eso quiere decir que de ahora en adelante podrían producirse acontecimientos que separen las aguas y queden evidenciados los que están de un lado o del otro. Los que por encima de las simpatías partidarias se coloquen del lado de quienes defienden verdaderamente el patrimonio nacional frente a empresas extranjeras o nacionales sin importar que sea el gobierno, y los que utilizando subterfugios jurídicos o políticos se coloquen del lado de los intereses de los grupos tradicionales de poder.
Ésta sí se podría definir como una lucha de contenido verdaderamente programática con ribetes ideológicos entre los que defienden el Estado como gestor del bien común y los que prefieren colocarse del lado de los intereses particulares con alegatos jurídicos o de otra índole.
Sobre todo los grupos emergentes que necesitan argumentos sólidos para diferenciarse de los tradicionales, podrían tener en esta jornada, demandando la revisión del Contrato, una bandera de lucha importante, nacionalista y si se quiere innovadora.
No planteando cuestiones quiméricas, sino con argumentos sólidos, ajustados a la realidad que vivimos. Entendiendo lo que somos y lo que podemos, pero con actitudes que la gente asimile como aceptables. No importa si haya coincidencias tácticas con el gobierno. Haciendo abstracción a futuras luchas políticas por el poder. Colocando el interés nacional por encima de los particulares.
Porque si hay algo que todos debemos entender, es que un país como el nuestro solo podrá salir de su situación de subdesarrollo endémico, rompiendo los viejos esquemas económicos y sociales que solo han servido para beneficio de un grupito.
Entender que si bien es cierto que la corrupción política y administrativa ha frenado el desarrollo del país, los principales responsables son los poderes tradicionales que mueven a los políticos y los demás poderes del Estado.