¿Puede ofender la sinceridad?

¿Puede ofender la sinceridad?

Una opinión del secretario Administrativo de la Presidencia, licenciado Luis Manuel Bonetti, acerca de cuán mínima es la colaboración de los Estados Unidos con la República Dominicana en la lucha contra el narcotráfico, y cómo esa potencia luce más interesada en evitar el tráfico humano de emigrantes ilegales hacia Puerto Rico, ha provocado la supuesta reacción de alegadas “fuentes” de la embajada norteamericana, que –según la prensa— consideran “perturbadoras y ofensivas” las declaraciones del funcionario dominicano.

A mi me parece que la opinión del licenciado Bonetti no sólo refleja un amplio sentimiento nacional, sino que además se fundamenta en la verdad. La insaciable voracidad de los norteamericanos en su desaforado consumo de drogas es la causa principal del tráfico, y por tanto el terrible efecto de este negocio en nuestro país es un mal que nos es impuesto por causa de los gringos.

Sin embargo, el Estado dominicano debe dedicar esfuerzos, recursos, tiempo y afanes que son escasos y preciosos, para combatir un flagelo de origen externo, cuando lo justo y decente sería que los propios americanos asuman su cuota de responsabilidad. No se trata de que los dominicanos mendiguemos una ayuda que en justicia debería ser una obligación moral, puesto que el interés nacional manda a defendernos de las amenazas del narcotráfico.

Pero un Estado pobre, con poco dinero y poco personal, sin recursos tecnológicos como radares o satélites, sin aviones y con pocos barcos de guerra, queda en humillante desventaja ante el avasallador poder de los carteles de la droga.

Si los americanos quisieran, con poquísimo esfuerzo pudieran ayudar a interceptar y apresar o destruir los aviones y lanchas rápidas que casi diariamente incursionan en los cielos y costas dominicanas trayendo su mortífera carga, la cual en su inmensa mayoría es luego re-embarcada hacia el mercado norteamericano. Debería darles vergüenza que un país como República Dominicana, con tantos vínculos comerciales, políticos, migratorios, culturales y emocionales con Estados Unidos, tenga más motivos de agradecimiento con Venezuela, cuya generosa solidaridad debe saberles a retama.

La suma total de la cacareada “iniciativa de Mérida”,  para Centroamérica, República Dominicana y Haití, es menor a US$200 millones, de los cuales toca a Santo Domingo una pitanza. Un solo embarque de coca cuesta más que el total anual que Washington dedica a combatir las drogas en siete países de la región. ¡Debería darles vergüenza!

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