La Ruta de la Seda es el nombre con el que se bautizó una de las redes de conexiones más extensas y largas del comercio chino de la seda hace más de dos mil años. Desde la hoy ciudad china de Xi’an las interconexiones comerciales se extendían por toda Asia entrelazando a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia – hoy Irán – Arabia, Siria, Turquía, Europa y hasta África. Debe su nombre a que la seda era la mercancía más codiciada en la época que transitaba por ella para su comercialización. En su momento el “secreto” de su producción lo atesoraban los chinos y la demanda del producto fue enorme para las señoras de la aristocracia europea, especialmente las romanas. En esos caminos se comercializaban muchos otros bienes de los más codiciados en aquellos siglos, a saber: diamantes, rubíes, jade, perlas, telas de lana y de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, coral, manufacturas. Esas aventuras comerciales se hicieron famosas por las narraciones recogidas en “Los viajes de Marco Polo”. En 2014 la UNESCO declaró un tramo 5 mil kilómetros de aquella Ruta de la Seda como Patrimonio de la Humanidad.
China plantea recuperar esa vieja conexión y ampliarla con alcance planetario, completándola con otra ruta marítima bajo denominación “Cinturón y Ruta”; interconecta a 60 países – cuanta ya con una línea ferroviaria desde Shanghái hasta Londres-, 75% de las reservas energéticas identificadas, 70% de la población mundial y capacidad para generar 55% del PIB mundial. En plena y efectiva ejecución su costo se estima en 1,4 millones de millones de dólares. El líder chino ha señalado que el proyecto cuenta con cuatro pilares: comunicación política, circulación monetaria, contacto entre pueblos, conectividad vital y fluidez comercial. Buscándole varias patas más al gato algunos lo han calificado como “Plan Marshall del siglo XXI al estilo chino” estableciendo un paralelo con el programa estadounidense de recuperación de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Los chinos rechazan tajantemente la comparación asegurando que los condicionantes políticos que impuso aquel Plan no están presentes en el suyo. Analistas advierten de la construcción de un “nuevo orden mundial chino”.
América Latina se encuentra en el diseño de la Ruta debido a la abrumadora y creciente presencia china en la región. Panamá es una pieza clave previendo que se le refuerce como “hub” comercial latinoamericano para bienes y servicios; el canal por Nicaragua va, más temprano que tarde, a pesar de los negacionistas a ultranza, es una necesidad estratégica imprescindible para poder dar paso a buques de 250 mil toneladas que ya surcan los mares y no pueden transitar por Panamá. Insisto que la RD posee las condiciones idóneas para convertirse, a su vez, en el gran “hub” comercial del Caribe y pieza esencial para la Ruta en el área. Si Colombia se proyecta como ensambladora para Sudamérica, la zona franca de RD debe ser la gran ensambladora para el Caribe y la Costa Este de EEUU.