Puente cerrado… ¿y usted lo cree?

Puente cerrado… ¿y usted lo cree?

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Llévese de esos letreros de nuestras carreteras, para que fracase de calle. Ese que usted ve ahí, en esa foto, está en la carretera que lleva a Sabana de la Mar, a poco de salir de Hato Mayor. ¡Pero por ahí no hay ningún puente!… por tanto, no hay tal cierre. Entonces, ¿qué diablos hace ese letrero ahí? Elemental, Watson… no hay otro, pero hay que advertir a los usuarios de la vía que hay algo anormal sobre la pista.

Más claro: si hay una zanja abierta en medio de la carretera, pero no hay un letrero a mano que diga “Peligro Zanja”, se le coloca el que haya a mano, “Resbala Mojado” por ejemplo. Si hay un trecho de la carretera donde ocurren derrumbes, pero no hay un letrero que diga “Cuidado, Derrumbes”, entonces se le coloca uno que diga… ehh, por ejemplo, “Cruce de Animales”, porque ese era el que estaba en el almacén, o el tipo al que mandaron a buscarlo no sabe leer y le echó mano al que encontró primero.

¿Cuántas veces no se encuentra uno con un letrero que dice “Desvío”, indicando hacia la derecha, pero hacia la derecha está el mar y un acantilado más alto que el costo de la vida. Entonces le entra a usted la duda si no será el marido de su mujer que le anda siguiendo los pasos.

En el caso del “Puente Cerrado” ocurrió que durante las inundaciones provocadas por el huracán Jeanne una corriente de agua arrastró parte del tarraplén que soporta la carretera, por lo que parte de ésta se “disolvió” en tierra y piedras. Se procedió entonces al traslado de cargas de piedra, se depositaron en la carretera para su reparación, y para que nadie fuera a estrellarse contra ellas se colocó un letrero: “Puente Cerrado”, porque no había uno que dijera “Mantenga su Derecha” u “Obstáculo en la Vía”.

Así las cosas, más vale que uno saque sus conclusiones antes de obedecer uno de nuestros letreros de carretera. Porque igual encuentra usted uno que diga “Hombres Trabajando”, pero al no ver ni hombres ni mujeres trabajando en la vía, usted sigue su ruta y a 300 metros se va con todo y carro al río porque el puente estaba roto, mientras usted buscaba a los “hombres trabajando”.

O igual se encuentra con uno que dice “Desvío”, y usted, haciéndole caso, se va por un barranco con todo y familia, porque lo que el letrero avisaba era la colocación de una valla diciendo “E’ Pa’ lante que Vamos”.

Un transporte divertido

“That girl is mine” es una canción y video que hicieron Paul Macartney y Michael Jackson juntos en un año de los 90. En el video aparecen ambos transportados en una carreta, igualito a como van estos niños de la foto en la carretera que va de Sabana de la Mar a Caño Hondo.

Salvando las diferencias -como diría un escéptico y aséptico-, la diversión que proyectaba la imagen de Macartney y Jackson desde “That girl is mine” y la carreta que les llevaba, es muy similar a la que proyecta este grupo de niños sabanalamarinos, divertidos como nadie en el disfrute del “transporte colectivo” menos contaminante que existe, después -claro está- de la fila india rodeada por una soga de cabuya y a paso doble.

De verdad, cuando uno se encuentra con escenas como éstas no hay forma de evitar caer en la filosófica comparación de realidades: la realidad de estos niños y la de aquellos niños de realidad invadida por la velocidad, tanto en sus calles como sus video-juegos. No hay manera de preguntarse ¿quién se divierte más? Para a seguidas preguntarse ¿quiénes resultan más perjudicados mentalmente?… éstos en la lentitud de su carreta o aquellos en la rapidez de sus juegos y computadoras?

Creo que un paseo en carreta, por un camino largo, de tierra y arbolada vereda, tan largo como la tarde y el crepúsculo, bien podría ser una terapia excelente para los que hemos sido invadidos por la velocidad: la carreto-terapia.

Robando de todo y más

Si usted comienza a contar los vehículos a los que les han robado los conos ornamentales que disimulan el centro de las gomas con aros de magnesio o similares, verá que son muchos, más que los Austin… el mío incluido.

Ocurre que hay gente que se ha metido en vehículos caros, con aros de magnesio y grandes gomas, pero no pueden mantenerlos si no es con accesorios robados. Entonces se abre toda una demanda de accesorios que debe ser llenada por el robo, para lo que se emplean rateros de la más baja estofa, descuideros, roba-trapos, para suplir la “necesidad” de esa especie de indigentes montados en yipetas.

Mi caso -que puede ser común- es realmente ofensivo. En una oficina de abogados instalada en el edificio donde vivo se estuvo reuniendo todo tipo de ladrones, algunos con saco y corbata y otros en camisetas, pero ladrones todos. Algunos planificando despojar gente de títulos de tierra bajo supuestos trabajos de reclamaciones y otros planeando desde sacar carteras hasta robar accesorios de vehículos. Y en mi mismo parqueo le arrancaron dos de los centros de gomas a mi vehículo, para una semana después arrancarles los otros dos, y probablemente guardarlos en la oficina de abogados hasta encontrarles venta, o quizás fue un encargo de uno de los ensacados que visitaba dicha oficina, felizmente desalojada.

Son pequeños ejemplos de la desprotección que vivimos. Pero, ¿a quién reclamarle? ¿Cómo va uno a la Policía si esos se roban yipetas enteras? ¿Como exigir vigilancia si en la esquina Máximo Gómez con Independencia un supuesto oficial monta una venta de frutas que es lugar iluminado de reunión nocturna de ladrones que azotan toda esa zona?

Una cicatriz en la “6 de noviembre”

La autopista “6 de noviembre”, de 19 kilómetros, costó 969 millones y medio de pesos en 1995. Fue la carretera más cara (kilómetro por kilómetro) que este país se ha dado. Fue inaugurada en noviembre de ese año, y en diciembre del año siguiente fue aprobada en el Senado una ley que prohibió su uso a vehículos pesados para evitar su deterioro y -consecuentemente- prolongar su vida útil estimada en 20 años.

Recientemente, desde hace varias semanas, “ostentaba” una cicatriz que fue cubierta la semana pasada, producto de una zanja que alguien abrió… en una carretera de 969 millones y medio de pesos!!

La decisión del Senado fue -aparentemente- pasada por alto. Los camiones de todo el tonelaje, cargados de arena, grava, piedras y de todo, la utilizan constantemente, por lo que el carril derecho de la vía, de oeste a este, ya presenta un serio deterioro, notándose este deterioro en la irregularidad de su superficie, la formación de lomos, el descenso de su nivel y el corrimiento del asfalto.

Cualquiera que transite de oeste a este por el carril derecho notará que su vehículo da leves giros a izquierda y derecha como consecuencia del deterioro de la vía. Esto ocurre a solo nueve años de inaugurada, ni la mitad de su vida útil.

Si esa autopista, con toda la calidad de su construcción, con toda la técnica utilizada, costó 969 millones y medio en 1995, ¿cuánto costaría en estos momentos? ¿Cuánto costaría su reconstrucción o reparación?

Pero lo más interesante es que los causantes de ese deterioro: los camiones transportistas de arena y grava sacada ilegalmente de los ríos, no pagan con qué reparar siquiera un camino vecinal de un kilómetro. Es decir, que aparte de la ilegalidad de la extracción de materiales está la ilegalidad de transitar por una autopista super cara, construida para agilizar el transporte de pasajeros hacia el sur, para promover las posibilidades turísticas del sur, no para el tránsito pesado. ¿Se hará algo al respecto?

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