SAN JUAN, Puerto Rico. Leilani Dominicci tiene todas las preocupaciones típicas de una mujer embarazada, más una nueva que se propaga por todo Puerto Rico: el temor de infectarse con el virus del zika y poner en riesgo a su bebé. Su intranquilidad ha crecido tanto que la abogada de 38 años casi no sale de su casa en San Juan, la capital, debido a las advertencias de que la isla enfrenta una acometida de la enfermedad transmitida por mosquitos.
A medida que el virus se propaga por el hemisferio, Puerto Rico se ha convertido en la propia línea de avanzada de Estados Unidos en la batalla contra éste. El territorio de 3,5 millones de ciudadanos estadounidenses con clima tropical es un sitio ideal de incubación del mosquito transmisor del zika, así como de dengue y chikungunya, que ya son comunes aquí.
Las autoridades prohibieron la donación de sangre por parte de residentes, incrementaron los esfuerzos para erradicar al mosquito Aedes aegypti y están tratando de monitorear a cada mujer embarazada en la isla debido a temores de que el zika pudiera ocasionar defectos congénitos. El registro voluntario realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus iniciales en inglés) se extiende a todas las mujeres infectadas con zika y a sus bebés en todo Estados Unidos.
El gobernador puertorriqueño, mientras tanto, declaró una emergencia de salud pública, y los CDC, que antes instaron a mujeres embarazadas a no visitar Puerto Rico, han solicitado al Congreso 250 millones de dólares en ayuda de emergencia para combatir el zika en la isla. Los CDC han enviado además a casi 40 trabajadores de salud para apoyar a las autoridades locales, y están utilizando al territorio puertorriqueño como un banco de pruebas para estudios sobre el virus.