Puerto Rico en Noviembre 61

Puerto Rico en Noviembre 61

JOSÉ ANTONIO NÚÑEZ FERNÁNDEZ
La noche del sábado 18 de noviembre del 1961, me encontraba mentalmente sobre un brasero. Por todas partes me sentía, rodeado de ascuas ultra-quemantes. Esto me ocurría en la bella y apacible ciudad de Aguadilla, en el Noroeste de la hermana ínsula de doña Lolita Lebrón y de doña Lola Rodríguez de Tió, en Puerto Rico.

A la sazón laboraba en la radio-emisora W A B A de Aguadilla. Y reitero, que esa noche del sábado 18 de noviembre del 1961, no encontraba dentro de mí, ni paz ni reposo. Misteriosamente, me parecía que voces amigas, voces fraternas me llamaban desde la capital insular, desde San Juan. Entonces, para disipar me dirigí a la aguadillana calle de «El Comercio», visité el «Bar Almeida», el «Salón Grajales» también «The New Deal» de don Cindo Vale…Pero nada me entretenía, nada me entretenía y me fui a dormir, para temprano viajar a la capital. Cuando el domingo en la mañana llegué a San Juan, desde la Plaza de Colón frente al Fuerte de San Cristóbal, me encaminé a la casa amiga de la colonial calle de Tetuán número 311. Esa era entonces la residencia de doña Ana Tejada de Pineda, la madre de la licenciada Magaly Pineda Tejada de Taveras. Llegué al mencionado hogar. Y como tenía confianza encendí la radio y me dediqué a buscar las estaciones de la República Dominicana. Parece que por arte de encantamiento, enseguida salió la H I 9 T – H I 9 U «La Voz Del Atlántico».

Esas emisoras eran de Puerto Plata y pertenecían al pionero de la radio Quisqueyana don Luis Pelegrín. ¡Misterio de los misterios! Esa estación entró de inmediato a formar cadena con una estación de Santiago de los Caballeros.

Escuché la voz de Ramón Lorenzo Perelló invitando al pueblo dominicano para que escuchara declaraciones importantes del Comandante de la base de la Fuerza Aérea de Santiago, que lo era el General Pedro Ramón Rafael Rodríguez Echavarría.

Y sabido y re-que-te-sabido está lo que ocurrió ese día. Ese día que era el domingo 19 de noviembre del 1961.

Señores: Ocurrió la salida forzada de la familia que había sido Ama y Señora de la patria dominicana. Ama y señora de la patria dominicana por la friolera de treinta años. Pues bien, retornemos en el tiempo y en el espacio a la calle de Tetuán 3 1 1 de San Juan de Puerto Rico, donde ya dije que escuché la inminente y obligada salida de las «mandonas gentes». La casa de la familia Pineda en la Tetuán 3 1 1 correspondía a una segunda planta, me asomé al balcón y ví que por el frente iba el periodista Rafael Lara Cintrón (Chilito) que trabajaba en las cercanías, en el diario El Imparcial. Llamé a Lara Cintrón y lo puse al tanto de lo que aquí estaba ocurriendo. Este ni corto ni perezoso se dirigió a la radioemisora W I T A propiedad de El Imparcial a informar lo que oyó. O sea lo que yo le informé.

El director de la emisora de El Imparcial lo era el dinámico y sensacionalista comunicador don Osvaldo Torres Velázquez. Torres Velázquez le pidió a Lara Cintrón que me fuera a buscar para una rápida mini-entrevista. Yo acepté y comparecí para ser cuestionado y explicar de modo y manera y con apego a la realidad lo que entendí que eran las intenciones del Comandante de la base aérea del Cibao. Al final me entregó una tarjeta para que lo llamara, si se me ocurría proporcionar alguna otra información.

Al poco rato y caminando por la calle Tanca de San Juan, se me acercó el compatriota don Manuel Tonos, quién me sugirió que llamara a Torres Velázquez y le pidiera permiso para dirigirme a los dominicanos en estilo de alocución radial. Y además para que los invitara a dos reuniones. Una en la mañana y la otra en la tarde.

La de la mañana se haría frente al Consulado dominicano, entonces establecido en el edificio llamado San Rafael de Santurce. Y la de la tarde con carácter de multitudinaria, se realizaría en la tarde en la Plaza Luis Muñoz Rivera.

Las dos reuniones se celebraron. De la celebrada frente al Consulado conservo una fotografía del diario El Mundo, donde el fornido locutor Rafael Cuello Batista aparece enfrentado como un luchador japonés de «summi» a un agente policial que reclamaba orden y buena compostura.

La reunión de la Plaza Luis Muñoz Rivera resultó cuantiosa y plena de entusiasmo dominicanista. En verdad, esa no fue una reunión cualquiera, sino que resultó una multitudinaria manifestación.

Un dominicano de apellido Morales instaló una tribuna (un templete decían allá) e instaló micrófonos y alto-parlantes. Hubo un desfile de oradores, me apropié de un turno, no olvido que me presentó Radhamés Sepúlveda y Mota (Pildorín).

Para buscarme problemas dije en forma épica y tonante de José Santos Chocano «Vox Populi Vox Dei». Eso…Eso no le gustó al jefe de inmigración mister J. White y me invitó días después a pasar por su despacho. Todo para observarme de arriba a abajo sin decirme nada. Solamente para examinarme de los pies a la cabeza. solamente habló para decirme: ¡Está bien…váyase!.

Parece que no le gustaron los versos de Santos Chocano, especialmente una estrofita que reza: «El pueblo haciendo las veces de verdugo, al ejercer su rudo magisterio, donde pone la mano rompe un yugo, donde pone la planta hunde un imperio». De ese 19 de noviembre de 1961, han pasado casi, casi, como si tal cosa…solamente Cuarenta y Seis Años.   

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