Puerto Rico en Nueva York

Puerto Rico en Nueva York

REGINALDO ATANAY
Nueva York.- La comunidad puertorriqueña en los Estados Unidos está dispersa en todos los estados de la nación; sus integrantes tienen el privilegio de poseer su ciudadanía natural, la puertorriqueña; y la ciudadanía política: la estadounidense.

Aunque los puertorriqueños están dispersos en toda la geografía nacional norteamericana, es en Nueva York donde el número de borincanos es mayor, y donde con más fuerza se han hecho sentir al paso de las décadas.

La comunidad puertorriqueña en Nueva York fue el portal por donde pasaron muchas generaciones de hermanos hispanoamericanos que llegaron a este país en busca de mejoría económica. Al discurrir de los años, esa comunidad se ha ido dispersando, yéndose a vivir un gran número de sus integrantes a áreas residenciales fuera del área metropolitana, y dejando que El Barrio de Manhattan comience a evolucionar con otras comunidades hispanas, como la mexicana y la centroamericana.

«El Barrio Latino» como se le llamó al área enclavada en el este de Harlem, y cuyo centro neurálgico está en la calle 116, fue adonde primero comenzó a fluir la puertorriqueñeidad, en los inicios de la década de los 40. En aquel sector sentó reales la comunidad puertorriqueña, suplantando a la italiana, que fue moviéndose hacia otros sectores de la ciudad, especialmente en el bajo Manhattan.

El mercado generalizado de todo tipo de frutos tropicales conocido como «a Marqueta», se enseñoreó en aquel barrio, y estuvo vigente a plenitud hasta hace pocos años, cuando comenzó a languidecer, a medida que proliferaban las «odegas» regenteadas entonces, en su mayoría, por puertorriqueños.

«La Marqueta ha ido perdiendo su razón de ser», nos decía hace unos años el comerciante Nick Lugo, nacido en Nueva York, hijo de otro comerciante del mismo nombre, y quien fue uno de los pioneros de «El Barrio Latino».

Lugo, hijo, sigue teniendo sus negocios en el corazón de El Barrio, y es uno de los principales coordinadores de la Fiesta Boricua que suele celebrarse allí, todos los años, a comienzos de junio, y el sábado antes de que se celebre el Desfile Nacional Puertorriqueño.

Cuando Lugo dijo que «La Marqueta había perdido su razón de ser», elaboró el concepto diciendo que los frutos, vegetales y otros atractivos de la comida tropical e hispana en general que eran exclusivos en aquel centro comercial, se consiguen ya fácilmente en los millares de bodegas dispersas en todos los condados de Nueva York, y que ahí estriba la razón por la cual La Marqueta va entrando a la historia de los puertorriqueños en Estados Unidos.

Hace ya varias décadas que un «hombre de pueblo», de oficio barbero, y como tal conversador y sabedor de cómo se desenvuelve la comunidad, y lo que quiere, ideó lo que se conoció entonces como el Desfile Puertorriqueño de Nueva York. Su nombre: Chuíto Caballero.

Muchos años después, otro puertorriqueño, destacado en los quehaceres sociales, culturales y políticos, extendió la personalidad jurídica de esa parada, y desde entonces se llama Desfile Nacional Puertorriqueño, porque al mismo –que se celebra por la avenida Quinta de Manhattan– concurren borincanos de todos los estados de Estados Unidos. Se trata de Ramón Vélez, un puertorriqueño nacido en Hormigueros, educado en España, quien ocupó notables posiciones, entre ellas la de concejal del Municipio de Nueva York.

La comunidad puertorriqueña no sólo se impulsó a si misma en este ambiente, sino que también ayudó a impulsar a otras comunidades hispanas avecindadas en esta urbe, contribuyendo a que la hispanidad se hiciera más fuerte en esta tierra de Walt Whitman.

En junio, la comunidad puertorriqueña se hace sentir aquí con intensidad, principalmente por su Desfile y otras manifestaciones culturales que le son afines. Celebramos la presencia en Nueva York de la comunidad puertorriqueña.

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